El gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia expresó su más enérgico repudio a los dichos del presidente argentino Javier Milei, a quien acusó de haber realizado “comentarios ofensivos” que constituyen una “intromisión a la soberanía y la dignidad nacional”. Las declaraciones de Milei, que fueron formuladas durante una conferencia de prensa junto al secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, generaron fuerte rechazo tanto en el ámbito político como en organizaciones sociales del país vecino.
Durante su exposición, Milei sostuvo que Bolivia “ha encontrado el límite material de su modelo socialista y paulatinamente se está deteriorando”, y calificó su situación actual como el resultado de “políticas socialistas escondidas bajo un nacionalismo meramente retórico”. Estas afirmaciones fueron consideradas por el Ministerio de Relaciones Exteriores boliviano como un “atentado al proceso de fortalecimiento de la integración regional latinoamericana y caribeña”.
“Es paradójico que quienes emiten calificativos sobre otros países omitan referirse a las profundas crisis sociales, la creciente desigualdad y la violencia institucional que existen en sus propios territorios”, afirmó Cancillería en un comunicado publicado en redes sociales. A su vez, reafirmaron el compromiso del Estado Plurinacional con un modelo económico soberano que busca la justicia social, genera excedentes y distribuye la riqueza en favor de las grandes mayorías.
Las palabras de Milei también encendieron el rechazo de referentes sociales y sindicales. Adalberto Ticona, dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), aseguró que el presidente argentino “siente odio de que los pobres puedan tomar decisiones y ejercer su derecho a decidir el destino de su país”. Para el dirigente, el mandatario argentino no tiene derecho a opinar ni a fundamentar sobre el sistema político ni el modelo económico boliviano: “La soberanía de un país se respeta”, sentenció.
Las declaraciones presidenciales llegan en un contexto de creciente tensión diplomática entre gobiernos de la región con proyectos políticos divergentes, y reavivan el debate sobre los límites del respeto institucional entre naciones hermanas.