En una jornada para el olvido, Boca Juniors empató 1-1 frente al Auckland City de Nueva Zelanda y quedó eliminado del Mundial de Clubes. El equipo argentino necesitaba una goleada para tener chances de avanzar, pero nunca estuvo cerca de lograr la hazaña. El triunfo temprano del Benfica en el otro partido del grupo terminó por sepultar las ya escasas aspiraciones del conjunto dirigido por Miguel Ángel Russo.
Desde el inicio, el desarrollo del encuentro mostró a un Boca impreciso y carente de ideas. La primera gran oportunidad fue para el conjunto neozelandés, que obligó a Agustín Marchesín a intervenir con una atajada clave. Si bien el Xeneize controló la posesión durante gran parte del partido, sus ataques fueron estériles y predecibles, facilitando la tarea defensiva del rival.
Edinson Cavani fue la gran apuesta de Russo en el equipo titular, pero tuvo una actuación deslucida, sin incidencia en el juego y siempre rodeado por defensores rivales. La apertura del marcador llegó tras un cabezazo de Di Lollo que rebotó en el travesaño y luego fue desviado al gol en contra por Garrow. Minutos después, Boca estuvo cerca de ampliar la ventaja con dos remates al travesaño, uno de ellos de Palacios, que estuvo cerca de convertir un verdadero golazo.
En el complemento, la historia se complicó aún más. Gray igualó para Auckland con un certero cabezazo tras un tiro de esquina, y poco después el partido se interrumpió por amenaza de tormenta. Al reanudarse, ya con Benfica clasificado tras su victoria, el encuentro se volvió anecdótico. Cavani no regresó al campo y Boca perdió intensidad. Incluso tuvo un gol anulado a Merentiel por una mano previa de Zenón, revisada por el VAR.
La eliminación significó un duro golpe para el club de La Ribera, que contó con un gran acompañamiento de su hinchada, pero que una vez más se quedó sin respuestas en el plano internacional. El equipo mostró limitaciones colectivas y escasa efectividad, cerrando una participación decepcionante en el certamen mundial.