Ambos equipos españoles tuvieron una mala jornada y se despidieron a falta de una fecha por jugar.
Jornada terrorífica para los españoles en la Champions League. Eliminado el Barcelona… y eliminado el Atlético de Madrid. Los dos a falta de una jornada para la conclusión de la fase de grupos.
Los de Diego Pablo Simeone empataron ante el Bayer Leverkusen de Xabi Alonso (2-2) en un partido absolutamente loco. Siempre a remolque. Con muchas ocasiones, pero sin encontrar el tanto que les mantenía vivos. Desastre de los rojiblancos en Europa.
El Atleti, antes de iniciar su encuentro, ya sabía que necesitaba dos victorias para estar en octavos. Dos ‘match balls’… y en el primero cayó. La velocidad del Bayer Leverkusen fue letal. La defensa rojiblanca, un auténtico coladero.
Sólo tardaron nueve minutos los de Xabi Alonso en ponerse por delante en el Metropolitano. Diaby fue el encargado de inaugurar el marcador. A partir de ahí, el Atleti a empujar. Encontró el empate en las botas de Yannick Carrasco con un disparo potente desde la frontal.
Pero la debilidad defensiva del Atleti volvía a ser decisiva. En una jugada embarullada en el área, con muchos rebotes, Hudson-Odoi perforó la portería de Jan Oblak. Otra vez los de Simeone con la obligación de remontar. Tampoco les valía el empate.
Hizo cambios el Cholo Simeone… y volvió a salirle bien. Rodrigo de Paul, que acababa de saltar al campo, colocó la pelota pegadita al palo. De nuevo empate. De nuevo a un gol de seguir vivos en Champions.
Fueron muchas las ocasiones de las que disponía el Atleti. Muchas de ellas de Antoine Griezmann. Aunque el Leverkusen también tuvo algunas a la contra.
El Barcelona, eliminado de la Champions
Fuera de la Champions antes de comenzar, el Barcelona no pudo despedirse de la máxima competición continental con una alegría. El triunfo del Inter había impedido cualquier atisbo de esperanza en el milagro y el Bayern, un mes después de haber sufrido ante el equipo azulgrana, acabó de retratar la realidad del Barça. Lewandowski se fue a los vestuarios a diez minutos del final sin poder marcar a su ex equipo. Marcaron Mané y Chopo-Moting y, en el descuento, Pavard. La Europa League ya espera, un año más.
A priori, el Bayern era el favorito indiscutible y sobre el césped plasmó esa superioridad. Dejó el partido resuelto en la primera parte, en algunos momentos pasó por encima del Barcelona y, en el tramo final, renunció a apretar el acelerador y hacer sangre del equipo barcelonista, que no encontró la fórmula para reaccionar.
Inmediatamente se vio que el conjunto bávaro no había venido al Camp Nou de vacaciones o a hacer concesión alguna, como su CEO, Oliver Kahn, ya había advertido. Intensidad muy alta cuando el Barcelona trataba de generar juego, como demuestran las 10 faltas que ya habían cometido al descanso, control del balón con posesiones largas cuando era necesario y rapidez letal en las transiciones para matar. Un equipo que demostró dominar todos los registros del juego, pese a una buena actitud barcelonista.
Explosión de realidad
Rápidamente llegó el primer gol alemán. Cinco minutos tardó. Un pase de Gnabry desde la derecha en diagonal hacia la izquierda encontró a Mané, que superó en el control y en el sprint a Bellerín, encaró a Ter Stegen y marcó.
Si Mané había superado al lateral y después ambos vivieron un vibrante duelo en el que el azulgrana se entregó pero salió perdedor, hubo otros emparejamientos en los que saltaron chispas: Dembélé generó la mayoría de acciones en las que el Barcelona mostró los dientes en el primer tiempo, superando a Davies aunque sin terminar bien y con un segundo tiempo desastroso; Lewandowski y De Ligt se las tuvieron tiesas, con exceso de dureza del neerlandés, incluso con un penalti que el árbitro pitó y, a instancias del VAR, anuló. Y, por la izquierda, Balde dio profundidad superando a Mazraoui. Tampoco supo sacar rédito a ese dominio del duelo individual.
Cada vez que recuperaba el balón, el Bayern atropellaba al Barcelona. Y llegó el segundo, sobre la media hora. Choupo-Moting entró con facilidad en una acción en la que Bellerín vuelve a salir retratado al romper el fuera de juego. Entró, encaró a Ter Stegen y marcó. Y pudo llegar el tercero.
Una acción de desconcierto de la defensa azulgrana acabó con Mané y Musiala perdonando ante Ter Stegen, que acabó despejando. En la juagada inmediata, el ataque barcelonista acabó con derribo de De Ligt a Lewandowski. El señor Taylor señaló penalti.
Para que quedase claro que mientras siga bajo los auspicios de la UEFA el Barcelona no tiene nada que hacer, el trencilla hizo lo que en Munich no se había hecho con un penalti mucho más claro a Dembélé: ir a mirar, avisado desde el VAR pese a que había habido contacto. Anuló el penalti y la tarjeta a De Ligt.
Balde empujó al Barcelona por la izquierda para mantener al equipo con vida con sus internadas por la izquierda, una de las cuales generó el primer remate del equipo, un chut de Busquets que salió alto tras internada del lateral.
Impulsado por la necesidad, Xavi introdujo más dinamita sobre el césped, después de que el árbitro, el VAR y la UEFA no hubiesen tenido más remedio que anular, por fuera de juego, un gol de Gnabry.
Sin acabar de dar sensación de poder dar la vuelta al partido realmente, la entrada de Ansu dio algo de energía para buscar motivos que permitiesen seguir soñando. Y en eso se queda, por el momento, el regreso del Barcelona a la grandeza europea: en un sueño. Pavard incluso puso la puntilla en el descuento.