Ausencias malas y ausencias buenas

La cosa es así: en 2013 Lucía Corpacci habló como gobernadora ante la Asamblea Legislativa, y parte de la oposición, compuesta por senadores del Frente Cívico y Social, no fue al acto. Para qué… el gobierno puso el grito en el cielo.
La gobernadora, antes de repasar su gestión, los proyectos, etc., se refirió a la falta de los senadores del FCS y dijo: “en la ocasión no puedo dejar de decir que me extraña notablemente la ausencia de los senadores”.
De ahí para abajo, todos hicieron fila para criticar.

* “Es un hecho inédito y sin precedentes en la provincia”.
* “Esta actitud muestra que aún no han asumido que perdieron la elección”.
* “Es una falta de respeto y todo hace presumir que van por muy mal camino y que el deterioro, en términos electorales, va a ser estrepitoso”
* “Lo que acaban de hacer es de una chiquilinada tal que, si no tuviera la gravedad institucional que tiene, es para reírse”.
* “Lamentablemente para ellos, van a cosechar lo que están sembrando, que es la repulsa de la sociedad”.
* “No cumplieron con lo que dice la constitución de estar presentes a esta asamblea”.
Bueno, la lista de declaraciones fue interminable, todas en el mismo sentido, condenando el desaire a Corpacci porque no fueron a escuchar su discurso.
Pero el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, y resulta que los legisladores nacionales del peronismo catamarqueño, incluyendo a Corpacci que tanto cuestionaba esa actitud, no fueron a la asamblea legislativa en el Congreso de la Nación ni se tomaron la molestia de escuchar el mensaje del presidente Javier Milei.
Hicieron lo mismo que criticaban antes, porque se sabe: si lo hacen otros está mal, si lo hacen ellos está bien.
La doble vara goza de buena salud.