Un gesto nada más. Una oportunidad tal vez. Facundo Manes tuvo reflejos: reaccionó en el acto y se distinguió de todos.
En la apertura de sesiones del Congreso de la Nación, cuando el presidente Alberto Fernández cuestionaba la deuda que se contrajo con el FMI, el bloque opositor empezó a abandonar el recinto entre gritos, insultos y ademanes para las cámaras. Apostaron al escándalo, a generar una noticia de rápida viralización, el impacto inmediato, robar un poco de cámara, profundizar enojos.
Manes se quedó. Respetuoso, ubicado, constructivo. Y la remató con un breve y contundente mensaje: “Me preguntan por qué me quedé. Ya probamos con no escucharnos y así estamos. No coincido con muchas cosas del discurso, pero si no lo escucho no puedo opinar. Más EMPATÍA y menos grieta = más desarrollo inclusivo. La Argentina del futuro será de los que nos quedamos”.
Aprendan de Manes. Aprendan sus colegas de bloque, que jugaron al escandalete. Aprenda Máximo Kirchner, que para llamar la atención (por segundo año consecutivo), ni siquiera fue al Congreso.
En una Argentina dividida con una clase dirigente autodestructiva, un gesto vale. No es más que eso, pero marca un camino.
Qué bajo hemos caído para que alguien dispuesto a escuchar se destaque.
Podrían aprender muchos en Catamarca, esos que “trabajan” de sembrar chicanas, de responder chicanas, que viven años sin hacer un aporte real para la comunidad.
Facundo Manes es un político que no viene de la política. Es un neurólogo, neurocientífico y creador del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), presidente honorífico de la Fundación INECO, exrector de la Universidad Favaloro y director del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.
En 2018 se convirtió en el primer presidente hispanohablante de la Sociedad Internacional de Demencias Frontotemporales.
Quiere ser presidente, le queda mucho por recorrer, pero ha dado un buen paso para hacerse conocer más. Y no lo hizo sembrando odio, sino escuchando. Bien por él.