La foto de ayer en uno de los salones del Palacio de Hacienda, una puesta en escena para presentar en sociedad un paquete de proyectos destinados a impulsar la actividad, fue leída por el oficialismo en clave política y económica por igual.
Frente a la inestabilidad y la crisis de expectativas por parte del mercado, que horada la confianza del oficialismo, y la creciente inquietud de los socios de la coalición de gobierno por el rumbo de la administración, el Presidente definió conservar el equipo y ponerle la cinta de capitán a Guzmán, a pesar de que las últimas medidas dispuestas por el ministro no solo no llevaron calma si no batieron ayer un nuevo récord: el dólar libre trepó a los $183 y el contado con liqui $175. “Hay un problema de expectativas, no de confianza”, justificaban este miércoles en el entorno del funcionario.
A última hora de la tarde, Guzmán encabezó en el cuarto piso de Economía una puesta en escena con la que el Gobierno buscó, otra vez, robustecer su figura: recibió a la cúpula de la Cámara de la Construcción y de la UOCRA flanqueado parte del gabinete económico. Hasta bien pasado el mediodía se había especulado con las presencias de Sergio Massa y de Máximo Kirchner, invitados para fortalecer al funcionario en medio de la crisis. El presidente de la Cámara baja -sus colaboradores subrayaron que está en contacto permanente con el funcionario por las negociaciones en torno al presupuesto- acusó divertículos, y mudó la agenda a su casa de Tigre. El jefe del bloque del Frente de Todos no presentó parte de enfermo, pero, según su entorno, se ausentó con aviso: “No estaba confirmado, en Economía sabían que no iba”.
Miguel Ángel Pesce, que de acuerdo a fuentes oficiales debía ser de la partida, tampoco estuvo. Es comprensible: cuarenta y ocho horas antes, el titular de Hacienda había anunciado en un comunicado una serie de modificaciones para “reordenar aspectos normativos” vinculados a la operatoria en el mercado de capitales.
La crisis del gobierno, coinciden desde analistas hasta los propios dirigentes del Frente de Todos, atraviesa por igual a la economía, la política y hasta la comunicación oficial. Un par de días después de ese anuncio, que ya tenía a Guzmán como protagonista, el jefe de Estado fue consultado por la efectividad de la medida dispuesta. Fernández se encogió de hombros: “No funcionó”.
El empoderamiento de Guzmán, un cuadro técnico que se acostumbró a la picadora de la política argentina e incluso al “fuego amigo” -“Le cuentan las baldozas cuando él está mirando la cuadra entera”, lo defienden sus colaboradores-, llega en el momento de mayor debilidad política de Alberto Fernández. Según su entorno, sin plan B. Con sus socios que lo miran de reojo, y lo sostienen. Y con el círculo rojo que lo escruta: al jefe de Estado ni siquiera le alcanzó con inaugurar el coloquio de IDEA, un ámbito que el kirchnerismo vació durante la última década.
“Templanza, consistencia y convicción”, repiten en el entorno de Guzmán, empoderado por el Presidente, que además fatiga a los interlocutores del Fondo Monetario en el proceso de renegociación de la deuda con ese organismo. La fecha tope es agosto del próximo año, pero su equipo cree conveniente la necesidad de cerrar el acuerdo en abril. El 31 de mayo hay que pagarle al Club de París y el ministro también pretende renegociar. Es año electoral.