Alberto Fernández tiene decidido avanzar con una restructuración del Gabinete después de Semana Santa. La decisión está. Lo que falta es el cómo. En su círculo más chico le recomiendan que los cambios sean “quirúrgicos” y que mantengan el equilibrio del Frente de Todos para no desatar una nueva guerra interna.
El momento, en gran medida, dependerá exclusivamente de la decisión del Presidente. Decidir si están dadas las condiciones para avanzar con cambios que generarán revuelo en el escenario político y, principalmente, en la vida de la coalición oficialista.
Mucho dependerá de cuántas trabas se pueden generar en la gestión a partir de este miércoles, cuando se conozca el dato de la inflación de marzo que, según advirtieron en la Casa Rosada, “va a estar más cerca de 7 que de 6 puntos″.
La recomendación de cambios no incluye una negociación con Cristina Kirchner, que a esta altura de la crisis interna, el Presidente descarta. Tomará las decisiones en soledad, pero preservando la unidad del espacio. Eso implica también “entregar” a algunos de los nombres propios en la refrescada ministerial.
Hay un grupo de intocables. En esa lista se anotan los ministros Gabriel Katopodis (Obra Pública), Juan Zabaleta (Desarrollo Social), Jorge Ferraresi (Hábitat) y Eduardo “Wado” de Pedro (Interior). Los primeros tres porque son parte del riñón albertista y tienen ministerios que “funcionan”. El último porque desplazarlo implicaría la ruptura total del Gobierno.
“El que no esté de acuerdo con nuestra política económica no debería estorbar”, sentenció Fernández, además de asegurar que “se gobierna con los que están dispuestos a acompañar”, y advertir que no vio nunca “al peronismo no acompañando a un presidente peronista”. Múltiples mensajes direccionados contra Máximo Kirchner, La Cámpora y los cristinistas más duros.