Sin hablar de reelección, con cuestionamientos a la Justicia y defendió a Cristina Kirchner y a sus tres años y medio de gestió, el presidente de la Nación abrió las Sesiones Ordinarias en el Congreso.
Sin hablar de la reelección, el presidente Alberto Fernández inauguró el último período de sesiones ordinarias del Congreso de su mandato, con un discurso con fuerte contenido electoralista, en defensa de la vicepresidenta Cristina Kirchner y de sus tres años de gestión, con la única autocrítica de no haber podido controlar la inflación. También lanzó duros ataques a la Corte Suprema de Justicia, a los medios de comunicación y a la oposición, a los que acusó de atentar contra las instituciones de la democracia.
Alberto Fernández pasó 2 horas clavadas de discurso (empezó a las 11,36 y terminó 13,36hs), con un inicio haciendo alarde de su “moderación” a la hora de negociar la deuda con el FMI, administrar la pandemia y los efectos de la guerra en Ucrania en la economía argentina, pasando por una férrea defensa de la política de “ordenamiento fiscal” de Sergio Massa, y las políticas de obras públicas, de planes sociales, educación, ciencia y tecnología y de igualdad de géneros, sin mayores anuncios.
Admitió que la “inflación es un problema difícil de resolver” pero dijo que están trabajando para ello.
En un cuidado relato, presentó y saludó a 10 invitados especiales (7 mujeres y 3 hombres) que ocupaban las gradas del recinto de la Cámara de Diputados, ejemplos de haber recibido beneficios de las políticas de “estado” durante su gobierno: desde veteranos de la Guerra de Malvinas, pasando por mujeres víctimas de violencia de género y beneficiadas con planes sociales, o científicos del CONICET que inventaron una posible cura contra el cáncer o las vacunas contra el COVID-19, pasando por beneficiarios del programa de viviendas sociales.
Una estrategia de comunicación cuidada bajo el eslogan de la Casa Rosada que centraliza la frase: “Primero la gente”, y que fue diseñada para evitar la imagen de un presidente cada vez más solo, en su último año de gobierno, y tapar los huecos de invitados que faltaron del oficialismo: tanto gobernadores como referentes oficialistas, entre ellos muchos gobernadores e intendentes del PJ y de la agrupación de Máximo Kirchner, La Cámpora, que pegaron el faltazo.
Alberto Fernández culminó en los últimos 20 minutos con fuertes cruces, entre gritos, silbidos y abucheos, de diputados de la oposición, cuando sobre el final acusó a los jueces de la Corte Suprema de Justicia (solo había dos presentes en el recinto: Carlos Rosenkratz y Juan Carlos Maqueda) y a la anterior gestión de Mauricio Macri (sin nombrarlo) por haberlos designado por decreto, de impulsar una “mesa judicial” para “perseguir” política y judicialmente a la vicepresidenta Cristina Kirchner. Reclamó que la justicia avance en la investigación y condena a “los autores responsables” del intento de asesinato y de “inhabilitarla electoralmente”.
Alberto Fernández se cuidó de no hablar de “proscripción” de la vicepresidenta, pese a la dura interna que atraviesa con el kirchnerismo, en medio de la disputa por candidaturas de cara a la sucesión presidencial, pero ensayó un discurso que tomó un estado de ebullición y por momentos logró el aplauso de toda la bancada oficialista del Frente de Todos, y varias sonrisas de la vicepresidenta, que lo había recibido una hora antes con gestos de frialdad y cierta distancia.
Los ejes del discurso de Alberto Fernández: De la moderación, a la exaltación
En su último discurso ante la Asamblea Legislativa, -el más largo en los 4 años que lleva de gestión- Alberto Fernández empezó destacando que algunos, tanto desde el oficialismo como de la oposición, lo criticaban por su “moderación” y utilizó esa definición para hacer una extensa defensa de las políticas del gobierno y el rol del Estado.
A la vez, sin hablar de su posible candidatura a la reelección, dejó algunas frases que podrían interpretarse que al menos por ahora sigue pensando en postularse, y recibió en medio, irónicos cánticos de la oposición pidiendo “para Alberto la reelección”, con la sonrisa también irónica de Cristina Kirchner y de los diputados kirchenristas duros, en hermético silencio.
“Si tenemos memoria para recoger experiencias del pasado y tenemos coraje para afrontar las enormes dificultades del presente, seremos capaces de enfrentar los desafíos que nos impone el futuro”, dijo Alberto Fernández en uno de los primeros tramos del extenso discurso que al principio invitada a relajarse, pero que terminó con casi un enfrentamiento verbal con diputados de la oposición.
Fernández denunció que “en un mundo donde los gobiernos soportan permanentes acciones desestabilizadoras de poderes mediáticos y fácticos, Argentina ha sostenido su institucionalidad democrática. Eso, que era una utopía para mi generación, es un logro que debe enorgullecernos” y destacó que este año, el último de su mandato, se cumplen “40 años de democracia”, en ese marco, homenajeó a veteranos de Malvinas y a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
También se vio como cambio el humor de la vicepresidenta, cuando casi a los gritos, Alberto Fernández ensayó una férrea defensa ante los juicios por presunta corrupción y el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner:
“Hace seis meses estuvimos frente a uno de los episodios más desgraciados vividos en estos cuarenta años como fue el intento de asesinato de nuestra Vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Frente a todos ustedes, vuelvo a exigir hoy a la justicia que profundice la investigación de aquel hecho, que juzgue y condene a quienes fueron los autores materiales e intelectuales de ese intento de homicidio”, dijo.
En una especie de autocrítica, el presidente reconoció que “asumimos en un contexto interno signado por la inflación y el endeudamiento y en el que el Estado había abandonado su condición de organizador de la economía y la vida en comunidad. A ello se le sumaron, simultáneamente, crisis sanitarias, económicas, ambientales y bélicas”.
“Puedo hablar con ustedes francamente de la pobreza, de la inflación, de la inseguridad y de los bajos ingresos. Entiendo el malestar y la queja de los más débiles. Pero también veo lo que está bien, y cómo se oculta y cómo se intenta generar desánimo y malestar. Por eso a todos y todas invito también a ponderar lo logrado y a reflexionar sobre el hecho de que solo manteniendo nuestras políticas de desarrollo inclusivo vamos a poder generar trabajo y hacer una sociedad más igualitaria”, señaló.
Fernández dijo que “la recaudación lleva 29 meses consecutivos de crecimiento por encima de la variación de precios, gracias al crecimiento económico, a los cambios en la estructura tributaria y al fortalecimiento institucional de la AFIP”.
Se defendió de las críticas del kirchnerismo por haber firmado el acuerdo con el FMI, pero también de la oposición que vaticina que “va a explotar una bomba”.
“No necesitamos al FMI para saber que debemos lograr el equilibrio fiscal” replicó y acusó a Juntos por el Cambio, aunque sin mencionar nombres, que en este año electoral, “estamos viendo cómo anticipan un nuevo embate privatizador sobre las empresas públicas precedido de una campaña de desprestigio. Que no vengan a hacer negocios con nuestro patrimonio”, advirtió tras mencionar a “amigos y familiares” del anterior gobierno de Macri, algunos prófugos.
En otro tramo del discurso, Alberto reclamó a la oposición que apoye las 28 leyes que envió en extraordinarias y no fueron tratadas, y anunció que enviará este año “leyes ambientales estructurales que establezcan los nuevos paradigmas del desarrollo sostenible:
También anunció que “en poco tiempo más elevaremos a consideración de este Congreso un proyecto de ley para un Sistema Nacional de Residencias que mejore las condiciones de trabajo y de formación de nuestros médicos y médicas”.
Las críticas a la Justicia
Alberto Fernández culminó el largo discurso denunciando “la intromisión de la Justicia en la ejecución presupuestaria es definitivamente inadmisible”, al hacer referencia al fallo de la Corte a favor del reclamo por la quita de coparticipación formulado por el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta por el cual el gobierno está obligado a restituir unos 150.000 millones de pesos.
En ese tramo final del discurso, Fernández arremetió contra la justicia en general, ante la mirada atónita de los jueces Rosenkratz y Maqueda: “Prometí al asumir la Presidencia que pondría fin a los sótanos de la democracia. Lo hice. El personal de inteligencia del Estado ya no se vincula con los jueces. Los recursos de la Agencia Federal de Inteligencia son públicos. No existen operadores que en nombre del gobierno compran voluntades judiciales. Por impulso del Gobierno Nacional, no hay escuchas ni intromisiones en la privacidad de ningún ciudadano. El espionaje interno ya no existe. Todos y todas pueden pensar libremente sin temer el acoso del poder estatal”, aseguró sobre los cambios en la AFI ante el anterior gobierno de Macri.
Y defendió a Cristina Kirchner y las denuncias de proscripción y el impulso del juicio político a la Corte: “Los que atentaron contra la Constitución son los que armaban Mesas judiciales y perseguían con recursos estatales a jueces, a periodistas, a políticos opositores y hasta a sus propios compañeros”, dijo.
Fernández advirtió a la oposición que “no pretendan ahora dar lecciones de institucionalidad y fervor democrático. Solo quiero dejar en claro quien respeta la República y quién no” y recordó que “hace unos meses esta organización coronó su actuación con una condena en primera instancia a la Vicepresidenta de la Nación. Lo hicieron tras simular un juicio en el que no se cuidaron las formas mínimas del debido proceso y se formularon imputaciones que rayan con el absurdo jurídico buscando su inhabilitación política”, en referencia al juicio de la causa Vialidad.
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