La ministra de Trabajo de la Nación, Kelly Olmos, dijo que un mes más o menos no cambia nada, y que ahora nos enfoquemos en ganar el mundial, que después seguimos viendo el tema de la inflación. Después pidió disculpas, acorralada por sus propias barbaridades, pero ya era tarde.
Al pobre Messi, que le piden que levante el ánimo a decenas de millones de argentinos, ahora también le piden que alivie a un gobierno inepto que no encuentra el rumbo, y está más preocupado por el acto del Día del Militante y las peleas internas que por resolver los problemas de la gente.
Lo de Olmos no fue un desliz. Es lo que espera buena parte del gobierno, que el mundial opere como mecanismo de distracción. Por algo llamaban al fútbol el “opio de los pueblos”. La gente se entusiasma, lógicamente, y busca alegrías lejos de su realidad.
Lo malo es que un gobierno que en tres años no dio pie con bola, salga a decir que la inflación puede esperar. Porque esa inflación se está comiendo los sueldos de millones de trabajadores, que cada vez pierden más poder adquisitivo.
Es el mismo problema que se refleja en casi todos los ámbitos oficiales, incluyendo los senadores nacionales que parecen más representantes de Cristina Kirchner que de Catamarca.
Incluyendo legisladores locales que en todo el año no se resolvieron ningún problema de los catamarqueños, y se la pasaron entre chicanas, te saco el quórum, te pongo el quórum, y el circo.
Eso pasa porque están todos con la cabeza en la campaña, una campaña que a la gente no le importa en absoluto, pero a ellos sí porque de eso depende su vida: se trata de hacerse ricos o no, de vivir rodeados de privilegios o no, de acomodar a los familiares o no.
La elección de 2023 les cambiará la vida a varios políticos, no a la gente. Por eso la clase dirigente y en especial los funcionarios, están cada vez más alejados de lo que vive el ciudadano de a pie. No conocen los problemas reales, las necesidades reales, viven en otro mundo.
Hay muchas Kelly Olmos que apuestan al mundial para que la gente hable de otra cosa. La inflación ya va trepando al 88 por ciento. A este paso, ni Messi nos salva.
El Catucho.