Murió a los 77 años Eduardo Brizuela del Moral, ingeniero agrónomo de extensa trayectoria política, que transitó nada menos que cuarenta años por la función pública y ocupó los máximos cargos institucionales.
De perfil moderado, nunca generó grandes amores ni odios. No tenía gran habilidad para hablar, y por eso lo hacía lo menos posible. Salvo en alguna campaña, donde se despachaba con algún exabrupto, no atacaba a la oposición y la oposición tampoco lo atacó a él.
Fue director de Catastro a nivel provincial y municipal, rector de la Universidad Nacional de Catamarca, tres veces intendente capitalino, senador nacional, diputado nacional y dos veces gobernador.
Con tan amplia variedad de tareas y tantos años al mando, es lógico que en su itinerario haya acumulado buenos y malos momentos.
Fue el primer gobernador radical post intervención de 1991 que no estaba directamente relacionado con el Caso Morales. Eso hizo que su figura nunca despertara el rechazo que, por ejemplo, hasta el día de hoy generan los Castillo.
Fue ascendiendo lentamente, sin hacer mucho ruido, pero de manera sostenida.
Nunca tuvo gestiones brillantes, pero sabía consolidarse en cada lugar que ocupaba.
La oportunidad de ser gobernador le llegó cuando crecía la imagen de Luis Barrionuevo, el primer peronista que tenía reales chances de llegar al poder después de la caída de Ramón Saadi.
Oscar Castillo, que tenía que enfrentar al gastronómico para conseguir su primera reelección, se bajó y le dejó el lugar a Brizuela, que lo aprovechó muy bien.
Políticamente no se distinguía por mayores habilidades, pero con su estilo tranquilo y sereno se convirtió en el dueño de los votos.
Tuvo sus años de indiscutido liderazgo, en los que ningún otro político le podía hacer frente en la provincia. Cualquiera podía ser su compañero de fórmula: estando él, los votos llegarían naturalmente.
Su gran error fue aliarse con el kirchnerismo, o mejor dicho, romper la alianza con el kirchnerismo luego de la reelección de 2007. Ahí empezó su final político.
Perdió el gobierno a manos de su antigua compañera de fórmula, y ya como oposición nunca se pudo recuperar. El Frente Cívico y Social desapareció. El seguía teniendo más votos que cualquier otro radical, y se presentó dos veces más para volver a ser gobernador.
Perdió en 2011 y 2015. Se le había terminado la magia. Se recluyó en el Congreso y no volvió a incidir en la política local. Su piso inamovible de votos no daba para mucho más: para quedarse con una banca de legislador nacional, le ganó con lo justo a una figura discreta como “Cicho” Tomassi (2013), y después entró como minoría, tras perder con Gustavo Saadi (2017). Su mandato terminaba en diciembre próximo y ya no buscaba la reelección.
En Catamarca es mucha más la gente que lo quiere que la que no lo quiere. Nadie lo odia ni mucho menos, lo cual es mucho decir para un político con 40 años de carrera.
Le tocó gobernar con mucho dinero, en la época de las vacas gordas de la minería. No lo aprovechó muy bien. Hizo obras importantes, como la Maternidad, la nueva cárcel, el Parque de los Ni-ños. Hizo obras inútiles como el estadio, con el que se encaprichó sin sentido.
Hoy que su familia está de duelo, no se puede analizar mucho más. Hay que respetar el dolor. Se va un hombre común, con aciertos y errores, que sin ninguna duda tuvo un rol protagónico en la vida de Catamarca, y no será olvidado.
HASTA SIEMPRE INGENIERO Desde el Comité Provincia de la UCR lamentamos profundamente esta gran pérdida para…
Publicado por UCR Catamarca en Miércoles, 25 de agosto de 2021