Falleció hoy, con más de 90 años (95 según algunos, 92 según otros), Hugo Alberto Mott, exgobernador catamarqueño que encarnó sin proponérselo todas las dicotomías de Catamarca en las últimas décadas, motivo por el cual estaba relegado de la escena pública, a pesar de haber protagonizado épocas clave en la historia del siglo pasado.
Es difícil de entender para quien no conozca la historia de Catamarca en profundidad. Pero Mott fue encarcelado y torturado por la dictadura, y repudiado cuando asistió a un acto a 40 años del golpe, fue gobernador peronista y resistido por el peronismo catamarqueño.
Todo tiene una explicación. Porque a Mott le tocó en muchos casos bailar con la más fea. Fue durante su mandato que ocurrió la masacre de Capilla del Rosario, aunque nada tuvo que ver con esa decisión. Se dice que ya había atropellos y persecuciones durante su mandato, y se lo reprocharon años después, aunque él mismo lo padeció: fue derrocado y detenido apenas se consumó el golpe del 24 de marzo de 1976.
¿Por qué el peronismo no lo abrazó? Porque en la época dorada del Frente Cívico y Social se alió con los radicales y se unió a las tropas de Oscar Castillo, algo que el justicialismo no le perdonó fácilmente.
En esta hora de dolor para su familia, hay que decir algunas cosas. Primero que la gestión de Mott como gobernador fue buena. Hizo mucho en Salud, firmó el Acta de Reparación Histórica que abrió camino a la Ley de Promoción Industrial y reivindicó la figura del caudillo Felipe Varela más que nadie: él hizo construir el famoso monumento de la Presidente Castillo y repatrió sus restos. Incluso impulsó la obra de Potrero de Clavillo, que nunca se terminó porque los militares desviaron los fondos para organizar el Mundial ’78.
Mott fue un hombre de la democracia. No tuvo después olfato político para reinventarse, y pagó los platos rotos mientras otros más hábiles, como Arnoldo Castillo, se reciclaron aunque en la Dictadura la pasaron mucho mejor que él.
Mott ganó su nombre en la historia, y lo hizo como la grieta en persona, porque encarnó todas las disputas de su tiempo en la provincia.
Cuando baje la espuma de los rencores, se podrá rescatar todo lo bueno que hizo, que fue mucho.
El catucho