El Grupo Libson es una de las empresas que llegó a Catamarca en la temprana primavera industrial del primer mandato de Raúl Jalil, y todavía colabora en sostener el relato del crecimiento productivo y del empleo privado en la provincia. Desde su desembarco en el 2020, cuando se hizo cargo de la empresa Neba, el presidente del grupo mantiene regulares reuniones y encuentros con el mandatario y sus ministros, tras los cuales se suelen distribuir piezas de comunicación oficial destacando el “compromiso” de la empresa con Catamarca y el recíproco “acompañamiento” de la Provincia. Lo que no se dice es que el “compromiso” no es gratuito, y “acompañamiento” cuesta bien caro.
Prácticamente desde que puso un pie en la Provincia, la empresa accede a envidiables beneficios económicos, que van desde multimillonarios créditos gestionados por el Gobierno a tasas super subsidiadas, hasta aportes del Estado no reembolsables, regulares y millonarios para el pago de sueldos.
Es cierto que a los pocos meses de su llegada a Catamarca comenzó la pandemia y todos los planes de inversión y producción se trastocaron. Como también tuvo fundamentos que en ese momento dispusieran programas de apoyo a la actividad privada. Pero, ¿no será mucho cinco años de sostener empresas privadas? ¿Será, acaso, el precio de mantener el discurso del crecimiento industrial y el empleo privado?
En octubre del 2020, unos ocho meses después de su llegada a Catamarca, la Nueva Neba anunciaba “una inversión millonaria y aumento de producción”. Pero, la buena noticia no era gratuita. Porque, además de un jugoso crédito gestionado por el Gobierno y la adhesión a la Promoción Industrial Provincial, la empresa ya empezaba a recibir los desembolsos regulares del Programa de Fomento al Empleo Privado. Una reunión, una fotito, una buena noticia y … pase por caja.
Esta mecánica se volvió una constante entre la empresa, que nunca dejó de recibir aportes del Estado, y la Provincia que siempre cedió a los “pedidos” del empresario. Por ejemplo, el 14 de febrero del año pasado, trás una reunión del gobernador Raúl Jalil con el Libson, se anunció que la empresa Neba “garantizaba” los puestos de sus trabajadores. Según la comunicación oficial, el compromiso de la empresa de no despedir gente se daba tras el encuentro en el que “se había analizado la realidad del emprendimiento industrial” al que el Gobierno le “manifestaba el apoyo para garantizar la actividad productiva que viene desarrollando la empresa”.
Pues resulta que el “compromiso” de la empresa costó bastante caro: dos “Aporte no Reembolsable” por un total de 1875 módulos (925, más 950), “en el marco del Programa de Fortalecimiento y Apoyo Productivo, Subprograma de Apoyo al Mantenimiento de la Dotación de Recursos Humanos”, para “asegurar la Producción como también la Planta Permanente de Recursos Humanos”. O sea, además de los millonarios aportes mensuales del Programa de Fomento al Empleo Privado, La Nueva Neba sumaba un nuevo aporte multimillonario, para reforzar su “compromiso” con la provincia.
Sorprendentemente, o no, esta mecánica se volvió a repetir hace algunas semanas, trás un nuevo encuentro entre el titular de la firma, el Gobernador y autoridades del CFI. Fue el 19 de julio y a su término se anunció que la empresa “planifica ampliar su producción con apoyo de la Provincia, el CFI y el FoGaCat”.
Y vaya que apoyo, porque unos días después, ¡Oh, que sorpresa!, se publicó en el BO la autorización de un “aporte de 1.000 módulos” para la empresa, por un total de 132.552.000 de pesos, nuevamente en el marco del “Programa de Fortalecimiento y Apoyo Productivo – Subprograma de Apoyo a la Actividad Económica Productiva Industrial, Agroindustrial, Comercial y de Servicios” a pagar en “8 cuotas de 125 módulos, equivalente a 16.569.000”. Realmente, un exceso.
Estos son algunos de los “apoyos” más contundentes, pero en el medio, regularmente y por varios millones cada vez, ya se giraron decenas de aportes. Sino, basta recorrer el Boletín Oficial y ver la parva de resoluciones ministeriales aprobando los desembolsos por el Régimen Provincial de Impulso al Empleo Privado, otra “Asistencia Financiera No Reintegrable” en el marco del “Nuevo Programa Provincial “Fomento al Empleo Privado””, y más otros desembolsos en nombre del “Programa de Fortalecimiento y Apoyo Productivo”.
Para ser más gráficos, se puede consultar el Boletín Oficial número 98 del 08 de diciembre del 2023, en el que se publican 5 resoluciones ministeriales; el número 35 del 30 de abril de 2024, con cuatro resoluciones ministeriales, el 45 del 04 de junio de 2024 con 6 resoluciones, y el 59 del 25 de julio de 2025 con cinco resoluciones; todas con millonarios “apoyos” para reafirmar el “compromiso”.
Recurrentemente en los últimos meses, en este espacio editorial se hicieron consideraciones y análisis de la situación del sector industrial provincial, del contexto nacional que lo condiciona y las políticas del Gobierno para impulsar o sostener la actividad. Y se puso en debate la eficacia de estas últimas, sobre todo analizando el costo económico crónico que significan desde hace años para las cuentas del Estado. Y de esto, la “Nueva Neba”, gerenciada por el Grupo Libson, es un elocuente ejemplo.
Se entienden y apoyan las políticas de impulso a la actividad industrial. Se comprenden las medidas extraordinarias para paliar coyunturas inesperadas como la pandemia. Se respetan los programas de transferencia de las becas, subsidios y planes al sector privado para fomentar el crecimiento del empleo. Pero flaquean los argumentos cuando el “acompañamiento” se prolonga por cinco años y se convierte en multimillonarios giros a bolsillos privados.
Empresas que, lejos de superar la dependencia, hacen del apoyo del Estado su estratégia de subsistencia. Y que montaron en los anuncios de buenas noticias, compromiso y apoyo, un modelo de negocios.
El catucho