La apertura de la 54° Fiesta Nacional e Internacional del Poncho tuvo un protagonista indiscutido: Abel Pintos. El artista bahiense fue el encargado de cerrar la primera noche del festival con un espectáculo deslumbrante, cargado de emoción, grandes éxitos y esa entrega característica que logra conmover a generaciones. Desde los primeros acordes de “Sueño Dorado” hasta las melodías más románticas de su repertorio pop, Pintos ofreció un viaje musical que estremeció a un Predio Ferial Catamarca colmado y vibrante.
Conectando como pocas veces con el público, el intérprete navegó entre lo tradicional y lo contemporáneo, mostrando su versatilidad artística y la vigencia de un talento que no pierde intensidad. “Creo en ti” y “La llave” marcaron el ritmo de una velada donde cada canción fue coreada por una multitud que no dejó de aplaudir ni un instante. El regreso de Abel Pintos a esta emblemática fiesta cultural fue, sin dudas, uno de los momentos más emotivos de la jornada inaugural.
Pero el brillo de la noche no estuvo reservado únicamente al reconocido cantautor. Las propuestas catamarqueñas también brillaron con fuerza propia en el escenario mayor. La orquesta femenina Las Milonguitas, bajo la dirección de la violinista Clyde Díaz, volvió a demostrar por qué se ha ganado un lugar de relevancia en el tango local con una puesta en escena poderosa y delicada.
El joven intérprete Nicolás Reyna se ganó la ovación del público con una presentación sólida y emotiva, consolidando su figura como una de las grandes promesas del canto local. Temas como “Lloviendo estrellas” y “Y cómo es él” fueron celebrados por la audiencia, que reconoció en él a un artista en plena madurez artística.
La danza también tuvo su espacio estelar con la presentación de la Compañía Meraki, dirigida por Magalí Tolaba Beltrán. Con el cuadro “Volver en Danzas”, propusieron un espectáculo donde la identidad, la historia y el cuerpo se entrelazaron en una puesta tan profunda como conmovedora. Lo mismo logró Catamarca Danzas, bajo la dirección del siempre vigente Pepe Díaz, con su habitual entrega estética y cultural.
Los sonidos del interior se hicieron presentes con Germán Cano, el violinista santamariano que vuelve cada año a renovar su vínculo con la fiesta. También deslumbró la joven Deby Gianoglio, quien emocionó al público con un repertorio autóctono que resaltó por su autenticidad.
Antonio Serrano, junto a Marcos Saavedra y Franco Zárate, aportó su talento al clima festivalero con su inseparable bandoneón, mientras que el grupo Carafea fue el encargado de cerrar la noche con un recital de altísima calidad, cargado de raíces y tradición.
Finalmente, el homenaje al poeta Juan Alfonso Carrizo estuvo a cargo de la Compañía Mala Junta y el Ballet Folclórico Estable Municipal de SFVC, quienes aportaron color, fuerza y elegancia con un repertorio que exaltó la danza tradicional argentina.