Aunque algunos se empeñen en querer hacer creer que el cierre de alianzas es decisivo, se trata en realidad de un trámite formal, el último escalón antes de la verdadera batalla, la instancia más importante que queda antes de las elecciones de agosto y octubre: la definición de las candidaturas.
Acá hay dos temas por resolver, un par de cuestiones satelitales y nada más. El resto es sarasa para la tribuna.
Resumiendo, en el peronismo lo que importa es saber si Raúl Jalil va por su reelección como candidato único, y qué va hacer Gustavo Saadi.
El lord capitalino podría buscar también un segundo mandato, dejar el cargo sin competir por ningún otro lugar o enfrentar a Jalil en una interna.
Hasta ahora, todo indica que va a seguir donde está, pero no se puede descartar nada.
Saadi le dijo a varios dirigentes que se irá del municipio, pero públicamente nunca se expresó, y estaría discutiendo su futuro para definir una postura y hacerla pública.
Versiones hay de todos los colores, pero mientras él no hable, no se sabrá.
Si se repite la “fórmula” del 2019, Raúl gobernador-Saadi intendente, el oficialismo cree que tendrá una campaña bastante tranquila.
Si Saadi se baja o se rebela, se abrirá un universo nuevo con consecuencias más impredecibles que las de los universos de Spiderman.
Por el lado de los radicales, el tema es cómo repartir. Alfredo Marchioli, Francisco Monti, Rubén Manzi, Roberto Gómez y el Grillo Hugo Ávila bailan alrededor de la misma silla.
Sí, no todos son radicales, pero están juntos. Aunque un acuerdo total es muy complicado, saben que la interna no le conviene a ninguno, así que intentarán acordar.
Uno solo (dos como mucho en agosto) podrá ir por la gobernación. Los demás se tendrán que hacer cargo de las postulaciones por la intendencia capitalina y los cargos legislativos… hoy, los premios consuelo.
Los que vienen detrás, pocas chances tienen. Y lo que queda es minucia: la vicegobernación, bancas en la legislatura, concejalías, promesas de ministerios. El juego chico.
Algunos amenazan con romper y jugar por afuera, pero no les da el cuero. No tienen cómo ganar solos y lo saben.
Pero atención, que pueden hacer daño restando votos, por eso nadie quiere hacer un desplante que le salga caro a la hora del escrutinio.
Así las cosas, se viene una semana de furia. Todos van a tensar la cuerda al máximo, porque se juegan el todo por el todo.
Al cocodrilo que duerman ahora lo hacen cartera y hasta el 2027 esperá sentado. Y el 2027 queda muy, muy lejos, en otra vida: por eso están como locos.
Todo estará resuelto en diez días.
Los políticos viven su mundial personal. El 25 de junio a la mañana unos serán Messi, otros Mbappé.
La visión del catucho