Como ocurre cada vez que el Papa se enferma, el debate interno sobre su sucesor se intensificó. En una charla telefónica con un amigo, el octogenario Bergoglio confesó: “Perdí el conocimiento. Lo pasé muy mal”.
El Papa Francisco confesó que temió estar cerca de la muerte cuando estuvo hospitalizado en Roma, adonde fue llevado de urgencia por una bronquitis una hospitalización que abrió interrogantes sobre el futuro de su papado, y alimentó los rumores y críticas de los opositores, que ansían un nuevo líder.
“Un poco más y no la contaba. Perdí el conocimiento. Lo pasé muy mal”, expresó el pontífice, dando cuenta por primera vez de que sufrió un desmayo en el momento de su ingreso en el Gemelli, adonde fue llevado en una ambulancia el pasado 30 de marzo.
Se lo dijo en una llamada telefónica al científico informático Michele Ferri, hermano de Andrea, el comerciante asesinado a tiros en Pesaro en junio de 2013 por uno de sus empleados con el propósito de robar y a quien Francisco nunca dejó de llamar.
Michele Ferri, de 52 años, relató las palabras del Papa al hablar con el diario Il Resto del Carlino, de la localidad italiana de Pesaro. Dijo que escuchó la voz del Papa resonante y decisiva cuando le dijo: “Todavía estoy vivo” aunque “cansado”.
“Le dije: ¡nos diste un buen susto!”, relató Michele, y continuó: “Me explicó que había llegado inconsciente al hospital”. El papa le explicó: “Bastaron unas horas más y no sé si lo estaba contando”.
Francisco, de 86 años, fue dado de alta el 1 de abril y regresó al Vaticano para preparar las celebraciones de Semana Santa. “Aún estoy vivo”, dijo bromeando el pontífice argentino a los fieles y periodistas congregados frente al hospital Gemelli de Roma.
“Me viene a la mente una cosa que una vez me dijo un viejo, un hombre más anciano que yo, ante una situación como esta: ‘Yo, padre, no conozco la muerte pero la he visto venir… ¡Es fea, eh!'”, contó.
Pero al regresar al Vaticano, Francisco se encontró envuelto en una aparente nube de conspiraciones en torno a su sucesión, con los sectores más conservadores desafiando abiertamente al Papa, a quien acusan de minar las enseñanzas doctrinales con sus aperturas, al instar por una iglesia más tolerante.
Para Robert Mickens, director del diario religioso La Croix International, la frágil salud de Francisco “dio oxígeno” a quienes buscan presentarlo como una persona débil y esperan que siga el ejemplo de su predecesor, Benedicto XVI, que cuando reconoció que sus fuerzas físicas y mentales no bastaban, renunció y se retiró.
Francisco, quien tiene una serie de problemas físicos y se desplaza en silla de ruedas, fue en los últimos años muy ambivalente sobre el tema de su renuncia: algunas veces dijo que renunciaría al cargo si no se siente capaz de cumplir con su trabajo, pero este año dijo que la abdicación no estaba en su agenda.
Dijo que no quiere que las renuncias de un jefe de la iglesia católica se conviertan en la norma, pero dejó abierta la posibilidad de seguir los pasos de Benedicto e incluso describió cómo sería en su caso la jubilación, diciendo que viviría en Roma, posiblemente como un simple sacerdote y que no usaría la sotana blanca papal.
Pero su última hospitalización, según Massimo Franco, experto en asuntos del Vaticano del diario italiano Corriere della Sera, provocó una “agitación febril” tanto entre sus aliados como entre los críticos del papa: “Las especulaciones sobre el futuro del pontificado son ahora menos teóricas”, escribió.
El vaticanista Iacopo Scaramuzzi considera que algunos enemigos ultraconservadores de Francisco alimentan los rumores a través de una vieja táctica: usar la salud como una herramienta de batalla e “inflar las noticias parcialmente verdaderas o inventarlas por completo”.
En enero pasado, en declaraciones al diario romano La Stampa, un cardenal dijo que la facción conservadora está preparándose para actuar contra el pontífice: “El plan secreto se formulará en varios ejes y fases, pero tendrá un objetivo: poner el pontificado bajo tal estrés que Francisco tendrá que renunciar”, dijo.
“Los opositores de Francisco saben que en este momento son una minoría, que necesitarán tiempo tanto para ganar un consenso como para debilitarlo”, aseguró.
El pontífice es claramente consciente de lo que sucede cada vez que se enferma. Y en julio de 2021, después de haber permanecido internado 10 días en el hospital Gemelli, dijo en broma que “algunas personas me querían muerto” y que varios cardenales ya estaban listos para reemplazarlo con un cónclave.