Marcelo Macarrón sobre Nora Dalmasso: “Nunca dejaré de amarla”

Marcelo Macarrón brindó una entrevista exclusiva en la que se mostró íntimo al hablar de Nora Dalmasso y todo el proceso judicial.
Desde la casa del barrio Villa Golf de Río Cuarto, donde el 26 de noviembre de 2006 estrangularon y violaron a Nora Dalmasso, el viudo aclaró: “No iba a dar ninguna nota, pero la había prometido. Y no me arrepiento (…) No quiero quedar como un santo. Quiero mostrarme como soy.”
Cabe mencionar que dicha nota se realizó cuando faltaban varias audiencias para que el fiscal Julio Rivero pidiera, el 5 de julio, su absolución y fuera declarado inocente. Hasta ese momento el viudo de Nora afrontaba una imputación que podía llevarlo a la cadena perpetua: “Homicidio calificado por el vínculo, alevosía y precio o promesa remuneratoria”.
-¿Por qué te quedaste en esta casa?
-Sé que para mucha gente seguir viviendo en el lugar donde mataron horriblemente al amor de tu vida suena raro. Pensamos en irnos. Pero me quedé porque Nora sigue estando a su manera. El jardín fue creación de ella. Acá fuimos felices. Esta casa la hicimos con ella. Hay muchos afectos, recuerdos y actos de amor que no los puedo borrar.
Entre lágrimas agregó: 
-Todo esto que ves lo hicimos juntos. Ella hizo un esfuerzo tremendo. Y yo estaba terminando la carrera de Medicina y tuvimos que vender el auto y andar en colectivo o caminar porque no la podíamos terminar. Cuidamos la plata. Desde la comida y productos que comprábamos en el mercado hasta no salir a comer. No es ninguna proeza, todo el mundo lo hace. Quiero marcar otra cosa. Hubiésemos comido pan todos los días porque soñábamos con tener nuestra casa. Algo que nos uniera siempre. Donde pudiéramos ver felices a nuestros hijos.
-Cuando me entregaron la casa, antes de volver a vivir pedí que limpiaran todo. La habitación donde mataron a Nora fue remodelada y se cambió la ventana. Quise quedarme pero transformando, todo lo que pude, las huellas del crimen. Quise mantener lo más lindo de esa casa que amamos con Nora. Por otro lado, debía enfrentarlo. Abrir el placard de Nora y encontrar su ropa. Estar ante los objetos que tocó por última vez. Y parte de mi amor por mi mujer me hizo volver a la casa.
-¿Cómo hiciste para que Facundo y Valentina pudieran sobrellevar tanto dolor? Además de la asfixiante presión judicial y mediática.
-En ese momento Valentina tenía 15 años y Facundo 18 y yo tenía que ser fuerte. Estaba obligado. Sino nos hundíamos todos. Tuve que ponerme las pilas y luchar y seguir adelante. Fue tremendo, casi imposible. Pero pudimos. Un día les dije que quería hablar con ellos y los llevé al comedor y nos sentamos… (Macarrón llora, parece que va a atragantarse con el llanto, saca un pañuelo, tose y sigue hablando). Y ahí les dije: “La desgracia que pasó es lo peor que vivimos y vamos a vivir. Su madre no está… y yo voy a ser ahora padre y madre para ustedes. Y su madre me va a ayudar porque va a seguir presente de alguna manera y por todo lo que aprendimos de ella”.
-En el juicio declaraste una decisión que ibas a tomar…
-Si. En ese momento estaba muy deprimido, quería acabar con mi vida para que se terminara el suplicio. Pero no lo hice por mis hijos. Y por Nora. Ahora eso ya no me pasa por la cabeza. Ya terminó el suplicio. Creo que van a venir tiempos por delante, mejores. Yo me estoy recuperando de a poco. Lo que pasa es que tenía mucho miedo de que mis hijos se metieran en la droga o se hicieran daño o no supieran cómo vivir. Y respondieron con mucho afecto hacia mí, además de la dulzura de mi hermana, de mis padres, de mi suegro, de mi cuñado, de mi suegra, de mis pacientes que me regalaban estampitas y me llamaban, que me dieron todo el apoyo para seguir.
-¿Tenías miedo de ser condenado a perpetua?
-Sí.
-¿Por qué si eras inocente?
-Si me llevaron a juicio sin pruebas, reconocido por mi acusador, pensé que podían ser capaces de condenarme. Recuerdo que Facundo dijo algo que me partió el alma: que si me metían preso quedaba huérfano, sin padre ni madre.
-Pero no ocurrió.
-No. Mis hijos son maravillosos. Exitosos en lo que hacen. Enamorados de sus parejas. Inteligentes. Talentosos. Sensibles. Con coraje. Con amigos que los aman. Y a mí me dieron amor y el amor que tenían por su madre lo pusieron de manifiesto en lo que nos enseñó Nora. Era una mujer muy recta, de muchos principios y amor. No había grises. Había blancos o negros. Quería una educación muy estricta. O estudiás o estudiás. Si no estudiás, no vas a ir a ningún lado. Y era sensible. Llena de cosas lindas. Con mucha luz. Estoy feliz por mis hijos. Con sus carreras. Por cómo son como personas. Y por el apoyo incondicional que me brindaron. Después de la charla en la que les dije que debía ser padre y madre, Facundo me contó que era gay y me presentó a su pareja. Al principio quizás no lo acepté y con el tiempo me fui dando cuenta que lo tenés que aceptar porque es la elección de vida de él. Cada día le di mi apoyo incondicional a lo que él sentía y él lo sabe muy bien desde el primer momento. Tengo un hijo y una hija maravillosos.
-Pero hubo gente que no creyó en vos.
-No tengo odio. Hice mucha terapia. No les guardo ningún rencor.
-¿Sabés quién la mató?
-Tenía mis sospechas. A veces certezas. Y por momentos sospecho y hasta estoy seguro de quién fue el asesino. Pero me di cuenta que debe actuar la Justicia. Y a veces uno puede dar nombres pero no está bien porque es manchar a tal o cual persona. Y eso lo debe hacer la Justicia.
-Fue cuestionable que pidieras perdón a Nora cuando la habían matado.
-Si. Estoy muy arrepentido. Y todo porque me enteré que tenía un amante. Es que el día anterior me había enterado que tenía un amante y me dio mucha bronca y no pensé en la barbaridad que dije. Y encima expuse a Facundo en la conferencia.
-¿Es verdad que un perito te dijo algo?
-No un perito, un médico policial. Cuando estaba en el velorio se me acercó a saludarme y me dijo que quería hablar conmigo. Nos apartamos y me dijo: “Tu mujer, fiesta sexual. Fue consentido”. Y me destrozó. Pero por Nora. Era como si la volvieran a matar. Y enseguida me vinieron a sacar del velatorio para declarar ante el fiscal.
-¿Cómo imaginás tu nueva vida?
-Llorando menos. Riéndome más. Luchar por Nora para que se haga justicia. Estoy mejor. No quiero la vida que hice de trabajar 16 horas por día por la medicina. Ya tengo 40 años de medicina entonces he elegido trabajar a la mañana o hacer consultorio y a la tarde hacer un poco de bicicleta, jugar al golf, hacer gimnasia. Estoy en otra etapa de la vida. Necesito una casa más chica. Mis hijos me apoyan. Quiero trabajar menos. Me faltan dos años para jubilarme. Y quizá apostar a una relación amorosa. Y elegir mejor a los amigos.
-Eso te tiene atormentado.
-Creo que tengo que hacer un mea culpa. En qué me he equivocado, no sólo en los amigos mal elegidos. En otras cosas. Y reestructurar todo a partir de cero. Pero yo estaba en una situación extrema. Desesperante. Donde tenía a dos adolescentes que criar. Y me puse esta mochila arriba. Cuando pasás situaciones de vida traumáticas y extremas, empezás a revalorizar tu vida. Y entonces decís bueno, ¿Qué hago acá? ¿Cuál es mi prioridad? ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que no quiero? Si vos me decís, ahora hacé lo mismo que hacías antes. Y bueno, no. Voy si tengo que operar tengo residentes, posiblemente haga la incisión, saco la cadera y mis residentes hacen todo. Pero yo pongo la cara.
-¿Cómo era Nora?
Macarrón escucha la pregunta y mientras habla se quiebra, pero por momentos, cuando cuenta algo de ella, sonríe con ternura. Responde: “Era una mujer maravillosa. Teníamos roces como cualquier matrimonio. Era audaz, alegre y solidaria. Con la gente más necesitada, con sus amigas, con la gente que estaba mal. Fue una gran madre. Le enseñó valores a sus hijos. Es injusto y doloroso que no esté acá. Disfrutando la vida, estando orgullosa de sus hijos. Viendo su jardín. Suelo ser cerrado y guardarme las cosas. Pero me gustaría que se conociera su esencia. Le encantaba ir con nosotros al campo de su familia. Era un campo de sierra. Pasábamos tiempo ahí. Amaba andar a caballo. Me encantaba verla cuando lo hacía. Y andar juntos a caballo. Sabía amansar a los caballos más bravos. Nené, mi querida suegra, también estaba. Partió días pasados. Fue un gran dolor. Es un antes y un después. Fue una gran mujer. Inolvidable como su hija”.
-Otra cosa que formó parte de la acusación es que tu coartada fue el torneo de golf con amigos.
-Otra locura. Como si fuera una película. Siempre jugué al golf. Hasta hablaron de un sicario colombiano. De un avión “mágico”. De un juego perverso sexual. De un accidente. Pero volviendo al torneo en Uruguay, veníamos mensajeándonos o hablando hasta que desde el viernes a la tarde no me pude comunicar con ella. La llamaba al celular o al teléfono fijo de casa y no respondía. Yo creí que se había al campo y no tenía señal. Hasta que llegó el domingo, día que gané el torneo, otra vez no me pude comunicar y ahí ya me preocupé. Y pedí a gente de confianza que por favor la ubicara. Yendo en auto con Daniel Lacase, me llaman. Me bajé del auto y me dicen: “Mataron a Nora” y no lo podía creer. Me tiré al piso y de ahí en más fue una locura lo que vivimos con mi familia y la de Nora.
-¿Seguís enamorado?
Marcelo pareciera responder con la mirada. “Nunca dejaré de amarla. Pero sé que es un amor que quedó entre nosotros. La realidad es que Nora no está más y sé que puedo amar a otra mujer. A Nora jamás la voy a olvidar.
-Puede que tomes como irrespetuoso lo que voy a decirte, pero me llama la atención no ver fotos de Nora.
-Mirá. La casa estaba llena de fotos de ella. Yo las miraba y no podía parar de llorar. Me hacía mal. Y en un momento mi psicólogo me dijo que si seguía así iba a vivir en el dolor, el pasado, en lo que no volverá más. Y por eso las guardé. Pero eso no quiere decir que la haya olvidado.
(Fuente: Infobae)

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