Niederleus, el dios de la impunidad

Estudiosos de la mitología griega y romana acaban de descubrir un dios más poderoso que Zeus, Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Atenea, Apolo, Artemisa, Hestia, Deméter, Dioniso, Hades, Perséfone, Hebe, Asclepio, Eros, Pan y Heracles.

Se trata de Edu Niederleus, citado por otros autores como Eduardito Niederle, invicto en todos los trámites, poderoso firmador de expedientes que conquistó los olimpos de administraciones municipales y provinciales logrando toda clase de hazañas sin ser jamás alcanzado por la Justicia o el Tribunal de Cuentas.

Las hazañas de Niederle se reflejan en La Odisea de la Obra Pública, voluminoso escrito que cuenta las andanzas del invencible ingeniero, con asombrosas maravillas jamás igualadas como representar a una empresa que construye un estadio que se cae a pedazos, para luego encabezar él mismo la reconstrucción del mismo estadio… ¡y volver a facturar! Un genio.

Un capítulo estremecedor es el que cuenta la leyenda de la Playa de Estacionamiento a metros de la plaza principal, episodio que narra una oscura tramolla de negocios con el Obispado, en el que hace gala de una suerte de magia pagana para decir “nada por aquí, nada por allá, ahora esta propiedad me la quedo yo y les facturo a todos” ¡sin dejar de ocupar su sillón de funcionario!

El mito de Niederle va creciendo a medida que se alimenta y crece con fondos públicos. Así, pasa de ser la mano derecha de los Capdevilla a modesto secretario de Obras Públicas en un municipio, para terminar transformándose en Ministro.

La voracidad ilimitada es su característica en cada batalla. De la mano de sus dos grandes aliados, el Presupuesto y la Falta de Control, levanta el teléfono y se hace con favores impuestos a proveedores, quienes felices con los millones que paga no dudan en tributarle atenciones a la deidad.

Puede ser un tractorcito para cortar el pasto de la casa o una lujosa heladera de casi medio millón de pesos… minucias cuando corren ríos de plata dulce hacia los bolsillos amigos.

Hábil e indestructible, Niederle no tiene Talón de Aquiles, pero tiene un talonario bien gordito de cheques para repartir.

Por ejemplo, con compras gigantescas, digamos, de 24 millones de pesos para otro poderoso dios trader, don Adhemar Bacchiani, a quien le compró vaya a saber que con plata del Estado, aunque otros autores dicen que en realidad es platita que confió a la financiera para hacerse de unos tesoros extra.

Y ahí anda el dios Niederleus, eximio jugador de pádel, un gozador compulsivo de la vida, que con su poder infinito transformó un lugar de servicio público para servirse él.

Nadie lo denuncia, nadie lo investiga, nadie pregunta, nadie revisa, nadie cuestiona. ¿Por qué? Así son los dioses, ustedes miserables mortales no lo entenderían. Paguen sus impuestos y sigan alimentándolo.

El Catucho

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