El kirchnerismo ya usó a Alberto Fernández y ahora lo quiere desechar. Así de simple. Por eso cuando se anunció el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y el presidente empezaba a asomar la cabeza después de varios meses difíciles, la primera pedrada que recibió en la frente fue la de Máximo.
La misma conducta que Cristina le reprochó a Julio Cobos, cuando era su vicepresidente y se rebeló al votar en contra de la resolución 125, es la que tiene ella ahora. Porque Máximo es Cristina, qué duda cabe.
Claro, si lo hace Cobos es un traidor, si lo hacen ellos es por convicciones, es para corregir rumbos, ellos son el parámetro que decide quién está del lado del bien y quién está del lado del mal.
Fueron ellos los que eligieron a Alberto, y son ellos los que ahora lo descartan con la lógica del preservativo.
Igual es bien curiosa la renuncia de Máximo, que se va de la “presidencia del bloque”. Pero sigue en su banca, y sigue manejando la caja con La Cámpora, cajas que por ejemplo tienen recursos de PAMI, ANSES, YPF. Fortunas. A manejar eso no renuncian, están en desacuerdo pero no tanto como para largar la chequera.
Los que quedaron muy mal parados son los catamarqueños, oficialistas incondicionales, que no saben para qué lado disparar.
Apenas se anunció el acuerdo salieron a aplaudir a lo loco, pero la mayoría son incondicionales kirchneristas, y con el portazo de Máximo quedaron en orsai. Ninguno salió a explicar nada. No quieren que se enoje Alberto, y menos que se enoje la jefa.
Una incoherencia más de una fuerza que no por casualidad recibió una paliza en las últimas elecciones, que no tiene rumbo político y que se debate entre el populismo y la propaganda sin resultados para mostrar.
La situación económica es cada vez peor, menos en Catamarca, claro, donde semana por medio se anuncia que creció el empleo privado. Según esas estadísticas estamos mejor que Suiza. Los chicos que piden en los bares, los que van todos los días a buscar comida en los comedores y la gente que mendiga por las calles deben ser todos extranjeros, o no les avisaron lo bien que anda todo por acá.
Es la magia K: cada uno cuenta la cuenta como quiere. Lo malo es que no funcionó en las urnas, lo bueno es que ahí está marchando Máximo, listo para salvarnos en 2023 de las garras del maléfico Alberto que ellos pusieron allí donde está.