La gran electora catamarqueña, la candidata eterna que cambia de postulación cada dos años para arrastrar votos porque como la gente la vota deja sus mandatos por la mitad y se vuelve a presentar, todavía está celebrando su triunfo en las PASO, aunque perdió más de 20.000 votos con respecto a la elección anterior.
No, importa, le sobra para seguir ganando. Bien por ella.
El tema es que la exvicegobernadora, exsenadora, exgobernadora, y próxima exdiputada que volverá a ser senadora, no dijo ni mu en todo este revuelo que se armó con la guerra de los Fernández, que se arrancan los ojos por meter un funcionario más mientras le ponen la alfombra roja al macrismo para que vuelva a Casa Rosada.
Porque Raúl Jalil, al que siempre tildaban de tibio y que con su postura de optimista respaldaba a todos, ahora plantó bandera y salió a defender a Alberto Fernández ante la arremetida de Cristina y La Cámpora.
El gobernador salió a defender al presidente en redes sociales, y después fue a La Rioja y le puso el pecho. Se jugó cuando CFK disparaba con su “carta abierta” para incinerarlo en plaza pública.
¿Y Corpacci? ¿Defendió a Fernández? Hasta ahora no. No se le ocurrió nada que decir. Ella que salía a hablar hasta por los conflictos en Bolivia, justo ahora que se agarran de los pelos en la cúpula del Frente de Todos, no tiene nada para acotar.
¿Y ella no era compinche de Alberto? ¿No comían empanadas y tocaban la guitarra juntos en Ambato? Bueno sí, pero ojo al piojo… si se pelea con Cristina olvídate de que te ayude.
Los K primero son K y después vemos. Entre Alberto y Cristina, Cristina. Entre Catamarca y Cristina, Cristina. Entre la humanidad entera y Cristina, Cristina.
Catamarca la eligió diputada nacional, pero Cristina necesita senadores y chau Catamarca, allá va.
Esa obediencia ciega y sumisa, se comenta, ya generó roces en el Gobierno catamarqueño. Parece que si allá en Buenos Aires se armaron dos bandos, acá también. Por eso Raúl defiende a Alberto, y Lucía… siempre a los pies de su jefa.