Antonia, una mujer que desafió viejos prejuicios

Opera una retroexcavadora. Se destaca en un terreno que generalmente fue dominado por los hombres. Ser madre de dos hijos no le impidió ejercer un oficio que ama.

En el rubro de la construcción, y particularmente en las obras viales, la retroexcavadora es considerada la joya de los equipos pesados. Su conducción requiere una particular destreza, porque la pala se transforma, a través de sutiles comandos, en una extensión de los brazos y manos del operador. Un mal movimiento puede deshacer en un instante lo que ha costado tanto construir o, en el peor de los casos, causar un verdadero desastre.

Antonia Celia Mamani, jujeña, es una de las pocas mujeres que ha logrado abrirse camino en un terreno generalmente dominado por los hombres. No sólo opera una retroexcavadora. Es también quien coordina las tareas del grupo de operarios -seis en total- de la empresa que fue contratada por la Dirección Nacional de Vialidad para reforzar la construcción de parte de la zona de camino en Ruta Nacional 38, en la Cuesta del Totoral, en una zona de muy difícil acceso.

La relación de Antonia con las máquinas viales se inició hace ya varios años, cuando ingresó y se capacitó como chofer de camiones en una empresa minera de Jujuy. “Cuando entraba a cargar mi camión me llamó la atención esa máquina (por la retroexcavadora) y los ingenieros me dieron la oportunidad de aprender a manejarla”, señala esta mujer de 46 años, que a pesar viajar con frecuencia por distintos lugares del país pudo criar a sus dos hijos, hoy de 20 y 25 años, con la ayuda de su hermana y de su madre.

Desde 2007 es la única mujer que opera máquinas pesadas en la empresa San José, cuyo propietario depositó en ella “total confianza”. Sin embargo, admite que el camino no fue fácil: “En las primeras obras me acompañaba mi jefe, porque había algo de desconfianza por parte de los ingenieros y de los encargados, que se sorprendían al ver por primera vez a una mujer manejando este tipo de equipos en la obra”.

En tiempos en que las mujeres redoblan los esfuerzos en la lucha por la igualdad de oportunidades, Antonia asegura que no es discriminada por su condición de mujer. Su paga no es menor a la de sus compañeros varones y goza por parte de ellos “del más absoluto respeto”.

La dura rutina de los operarios de máquinas pesadas fue su elección, por pura convicción y perseverancia. “La vida del operador es así, salen trabajos en distintos lugares del país y hay que ir; es algo que hay que saber llevar, pero cuando uno ama lo que hace, como yo, todo se hace más fácil”, asegura esta mujer, que por su capacidad logró imponerse en un mundo en el que hasta hace poco las personas de su género no tenían lugar.

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