El 21 de enero el Poder Ejecutivo firmó el decreto para crear un fondo de 100 millones de pesos, con insólitas características: era plata para repartir entre los ministros sin necesidad de que rindieran cuentas. En otras palabras: plata de regalo para que gasten en lo que se les de la gana sin que nadie pregunte.
Claro, apenas se conoció la novedad, se armó un escándalo, que en pocas horas alcanzó trascendencia nacional y hasta se la criticó en el matutino La Nación, donde encontraron la oportunidad de lucirse con declaraciones varios actores de la oposición local. Como para no hacerlo: ¡les dejaron el banquete servido en bandeja de plata!
“Es un sobresueldo encubierto. Son alrededor de 490 mil pesos mensuales para cada ministro. El decreto no le da ninguna especificidad, es de uso discrecional, al libre arbitrio de cada ministro”, resaltó el diputado nacional Rubén Manzi (CC-Catamarca).
“Es inexplicable. Buscan tener una caja para cubrir gastos sin rendición de cuentas”, sostuvo la diputada provincial de Juntos por el Cambio y titular de la UCR de Catamarca, María Colombo.
Y bueno, el final estaba cantado: furiosa marcha atrás. Alguien agarró el decreto y lo metió en la picadora de papel. Lástima que ya era tarde, porque el papelón estaba hecho.
Pero faltaba lo peor de todo.
Apareció Fernanda Rosales a dar explicaciones y con asombrosa candidez dijo que ahora se buscará otra forma de aumentarle el sueldo a los altos funcionarios.
¡¿Cómo?! Entonces todo lo que criticó la oposición era cierto. Todo eso de gastos operativos era un verso barato, y se trataba de un aumento encubierto, que ahora se va a hacer en blanco.
Quiere decir que todo el decreto fue un invento, una mentira escandalosa, un rejunte de excusas para justificar un aumento de sueldos de película, cuando a los trabajadores les machacan la cabeza con que no pidan más del 30 por ciento.
Habrá que hacer memoria y habrá que investigar mucho para encontrar una torpeza tan grande, una grosería tan alevosa, y que además se admita ligeramente a nivel oficial.
No sirven ni para decretar, ni para comunicar, ni para dar excusas.
El Gobierno se desmintió solo horas después de que se conociera el decreto, aceptando que era todo un truco legal para engordar los bolsillos de los señores ministros, ese ejército de funcionarios de alta gama que según parece están pasando hambre y necesitan auxilio inmediato.
¿Y por qué todo ese circo para darles el aumento? Una, porque creen que toda la gente es tonta y nadie se iba a dar cuenta. Y dos, porque lo que querían era disimular. Un aumento bajo el poncho para no levantar la perdiz justo ahora que se negocian salarios.
Qué mal salió todo, qué mal hicieron todo.
Según La Nación, el problema es que hay funcionarios que renuncian molestos por los bajos sueldos. Mirá vos… qué harían si tuvieran que vivir con el sueldo de un docente, de un enfermero, de un policía, de un precarizado.
A lo mejor se les podría hacer un descuento a ellos para darles el aumento a los sufridos ministros. Después de todo, ¿cuánto puede gastar esa gente que viaja en colectivo o camina? Monedas… ¿saben lo que cuesta mantener una 4×4? Sean más solidarios, los gremios piden aumentos que no necesitan para cargar la SUBE, pobres funcionarios.
Estos privilegiados de la política, que no tienen horario que cumplir, que en su mayoría viven como reyes, que en un día agitado lo que hacen es tener dos charlas por Zoom, que no solucionan un problema a nadie; encima se quejan por ganar poco.
A la misma hora que se conocía el Fondo Especial de 100 millones, el Gobierno avisaba que tenía que poner límite a los gastos en salarios. Claro, límite a los salarios de los trabajadores, mientras se gastan millones en salarios de funcionarios.
Angurrientos, torpes y además mentirosos. Todo lo demostraron solitos en pocas horas. Con asesores así, ¿Quién necesita oposición?