Sombrero, sombreritus… me echan y hablo

Se enojó don Tadeo Herrera, el hombre que había asumido como Director Provincial de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Educación, y cuya cabeza fue la primera en rodar cuesta abajo después del escandelete de las designaciones truchas en el Ministerio de Educación.

Claro, alguien tenía que pagar los platos rotos y no iba a ser el ministro, entonces cayó en desgracia Tadeo.

Pero los días pasaron y ya fuera de la cancha Tadeo revoleó la media y lejos de sembrar concordia tiró con munición gruesa.

Palabras más, palabras menos, dijo que se hizo cualquier cosa con los nombramientos, que ni se sabe cuántos fueron nombrados, y le echó la culpa de todo al secretario de Gestión en Recursos Humanos, Silvio Martoccia.

Lo de Educación fue serio y se frenaron los pagos a unos 50 agentes hasta saber cómo entraron en el Estado, cosa de la que hasta ahora nadie se hizo cargo, además de marcar el fin de la gestión de varios funcionarios de segunda línea.

Esas reacciones surgieron rápido, porque al hacerse público el tema hubo un fuerte planteo de los gremios, pero lo que no llegaron todavía fueron las respuestas.

El tema es que Tadeo dio a entender que se hace todo así nomás, y que justamente a él lo sacaron porque quería hacer las cosas bien.

“Acá el que quiere ir por derecha pierde”, dijo Tadeo, ensuciando más directa que indirectamente a sus excolegas de la función pública, con declaraciones que cayeron muy mal en ámbitos oficiales.

Al único que defendió Tadeo Herrera fue al más cuestionado, el ministro Francisco Gordillo. Dijo que sus parientes están en el ministerio hace mucho, y que al hijo no lo nombró Francisco sino el gobernador, con un argumento algo frágil: recordó que el gobernador es el que firma, y sí, todo firma el gobernador, pero lo hace cuando le piden las designaciones desde el área.

Lo cierto es que por una cosa o por otra cada paso de Tadeo por la función pública termina en conflicto. Lo mismo le pasó cuando fue subsecretario de Asuntos Institucionales de Lucía Corpacci.

El hombre no es muy hábil para hacer declaraciones, pero hoy lo que más preocupa, es que parece que tampoco tiene ganas de quedarse callado.

El Catucho.

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