Será por terquedad o tal vez falta de imaginación, el Gobierno muestra una tendencia recurrente a reincidir con políticas cuyo fracaso está comprobado. Una llamativa obstinación en insistir y chocar contra la pared de la realidad que le vuelve a mostrar que esas ideas son un fiasco.
En medio de la peor crisis industrial en décadas, con las condiciones macroeconómicas golpeando la competitividad de los productos nacionales frente a la inundación de importaciones y con el consumo por el piso, a la administración provincial le parece una buena idea impulsar la apertura de un nuevo taller textil.
Con un desconcertante optimismo y todo el cotillón, el Gobierno anunció la inauguración de las nuevas instalaciones de INDECAT, una marca provincial que compite en el poco saturado rubro de la indumentaria deportiva. Unos 20 empleados que desarrollan todo el proceso productivo, tecnología de última generación, calidad y bla, bla, bla. Y titulan: “Sin la ayuda del Gobierno, hubiese sido imposible”, proclaman por lo alto como si fuera el logro del siglo.
Todo un despliegue marketinero, ahí, a metros de donde naufragaron dos proyectos textiles, uno detrás del otro, y en el mismo predio donde un tercero languidece, a la administración provincial le pareció buena idea poner plata para reincidir en la fórmula del
Los fantasmas de TextilCom y MOM Sport, que se patinaron cientos de millones de pesos de créditos y subsidios y se tomaron el buque sin remordimiento, pareciera no haber sido suficientemente disuasivos. Tampoco lo fue la asfixiante realidad de RA Intertrading, una empresa seria que produce para las principales marcas deportivas del mundo y aún así a duras penas logra mantenerse a flote.
Puede encontrarse algo de sentido a que el Gobierno destine, mes a mes, una montaña de recursos hacia las empresas industriales ya radicadas para sostenerlas. Aún cuando surge la pregunta de “hasta cuándo”, sostener puestos de empleo para justificar la multimillonaria erogación. Pero insistir en poner mas guita en un emprendimiento de la misma naturaleza de los que ya se malograron, parece el colmo de la testarudez.
Da la impresión de que la máquina de ideas de las áreas vinculadas a la producción se estropeó, dejando a sus funcionarios vacíos de nuevas propuestas. Como si lo único que tuvieran a mano para simular resultados fueran los proyectos de la anterior gestión, donde la política industrial de gobierno se circunscribió a radicar fábricas textiles. ¿No hay creatividad? No hay drama, reciclamos. ¿Qué son ideas caducas? Da igual, la foto de la inauguración es lo que importa.
Es difícil esperar un destino distinto si el camino es el mismo. Ojalá fuera esta la excepción que confirma la regla. Pero lo macro lo pone muy dificil. Todo empieza con esa euforia desacoplada del contexto y termina dándose de bruces contra la implacable realidad. Esa que ya golpea duro, pero que el Gobierno parece ignorar. ¿En cuánto tiempo tendrá que salir el Gobierno a rescatar esta nueva aventura textil? ¿Cuánto dinero le va a costar a la Provincia sostenerla a flote cuando la empresa no tenga ventas y amenace con despedir gente?
Pero parece que no importa o no medirlo. Otra vez entra en el mismo juego de publicitarse mentor de un proyecto, sabiendo que desde ya asume la responsabilidad de que eso prospere. Pero ahi va, listo para tropezar con la misma piedra. O, como reza el refrán, “vuelta la burra al trigo”.





