El estado de Texas enfrenta una de las peores catástrofes naturales de los últimos años: al menos 52 personas han muerto y decenas continúan desaparecidas tras las inundaciones que azotaron el centro y sur del territorio. La situación se agravó por la crecida súbita del río Guadalupe, que alcanzó niveles históricos tras más de 300 milímetros de lluvia acumulados en solo 12 horas.
El condado de Kerr, ubicado al este de San Antonio, fue el más golpeado, con 43 víctimas mortales confirmadas, entre ellas 15 menores de edad. El sheriff local, Larry Leitha Jr., informó que siguen activas las tareas de búsqueda y rescate con equipos terrestres, acuáticos, aéreos y caninos. “Seguimos centrados en localizar a las personas desaparecidas”, declaró en una conferencia pública.
Además de Kerr, se registraron muertes en otros puntos del estado: cuatro fallecimientos en Travis, tres en Burnet, uno en Kendall y otro en Tom Green. Algunas de las víctimas eran turistas que se encontraban en la zona celebrando el feriado del 4 de julio.
Uno de los focos más dramáticos es el campamento cristiano Mystic, a orillas del Guadalupe, donde se alojaban unas 750 niñas. Al menos 27 menores, junto a monitoras, siguen sin ser localizadas. Entre los fallecidos se encuentra el director del campamento, Dick Eastland. Las imágenes del lugar muestran un escenario devastador, con vehículos arrastrados por la corriente, estructuras colapsadas y cabañas completamente inundadas. Más de 850 personas fueron evacuadas y alojadas en refugios temporales.
El Servicio Meteorológico Nacional (NWS) informó que la crecida en la localidad de Hunt alcanzó los 9,9 metros, el segundo mayor registro desde que se tienen datos. “Las predicciones estaban equivocadas. La cantidad de lluvia fue el doble de lo anticipado”, admitió el administrador de Kerrville, Dalton Rice.
La situación sigue siendo inestable: el NWS advirtió que podrían registrarse lluvias adicionales de entre 5 y 10 centímetros por hora, especialmente peligrosas en zonas ya saturadas. Al menos diez localidades mantienen activas las alertas por inundaciones, y se recomendó a más de 100.000 personas buscar terrenos elevados ante el riesgo de nuevos desbordes. “Si está cerca de un posible desbordamiento, busque terreno más alto de inmediato”, fue el mensaje reiterado en redes oficiales.
Ante el desastre, el gobernador de Texas, Greg Abbott, declaró el estado de emergencia y solicitó ayuda federal. El presidente Donald Trump expresó su respaldo a través de Truth Social: “Texas hará todo lo posible para asegurar que se encuentre a todas las personas desaparecidas”. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, se hizo presente en la zona y aseguró que el gobierno federal está “plenamente comprometido” con las tareas de rescate. En total, se han desplegado 500 rescatistas, 14 helicópteros, la Guardia Nacional y la Guardia Costera de Texas.
Además del drama humano, las autoridades enfrentan riesgos sanitarios por la contaminación del agua con gasolina y productos químicos. Por precaución, el suministro de agua potable fue suspendido y se recurrirá a fuentes subterráneas. La oficina del sheriff pidió evitar circular por el oeste de Kerr, salvo en casos urgentes.
Aunque Texas ha vivido inundaciones anteriormente —como las que causaron 13 muertes en San Antonio el mes pasado—, científicos advierten que el cambio climático está intensificando estos fenómenos. “Las lluvias extremas son más frecuentes y los sistemas de drenaje no están preparados para responder con rapidez”, advierten los expertos.
En Kerrville, los centros comunitarios están colmados por familias que esperan noticias. Mientras algunos vecinos iniciaron tareas de limpieza, las autoridades piden prudencia: “Las condiciones siguen siendo peligrosas. Ayuden desde sus comunidades y sigan las instrucciones de los rescatistas”, remarcó Dalton Rice.
Mientras continúan las tareas de emergencia, se esperan nuevas actualizaciones oficiales durante el domingo, con la prioridad puesta en localizar a los desaparecidos y prevenir más víctimas.