Cristina y Máximo retoman el protagonismo del peronismo mientras Kicillof busca consolidar su liderazgo

La disputa por la conducción del peronismo volvió a ocupar el centro de la escena política luego de que Cristina Kirchner recuperara protagonismo tras su reciente detención domiciliaria. La ex presidenta, junto a su hijo Máximo, acaparó la atención de la agenda pública y reactivó a los sectores duros del kirchnerismo, que intentan reforzar su liderazgo dentro de un peronismo fragmentado.

Sin embargo, la pregunta de fondo sigue sin respuesta unívoca: ¿quién manda hoy en el peronismo? La escena actual no permite identificar a un único conductor. Cristina conserva ascendencia sobre un sector importante, pero su influencia ya no abarca la totalidad del espacio como en otros tiempos. Kicillof, por su parte, consolidó una base propia a través del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), con apoyo de intendentes, gremios y movimientos sociales. Sergio Massa aún mantiene presencia con el Frente Renovador, especialmente en la provincia de Buenos Aires.

Este nuevo mapa de poder se parece más a un esquema colegiado, como alguna vez describió Guillermo Moreno: distintos liderazgos con peso propio que deben negociar entre sí para definir el rumbo del partido.

En las últimas semanas, el cristinismo redobló esfuerzos para reinstalar a CFK como figura central. Desde su aparición en la sede del PJ, el pasado 9 de junio, hasta sus mensajes grabados y publicaciones en redes sociales, Cristina volvió a colocarse en el centro del escenario. Su presencia simbólica, sin embargo, no garantiza obediencia plena ni reconstruye el verticalismo perdido.

Axel Kicillof ha transitado esta etapa con incomodidades, pero sin retroceder en su estrategia. Pese a los cuestionamientos y los gestos fríos en actos públicos con la ex presidenta, el gobernador bonaerense mantuvo firme su esquema político. El desafío que enfrenta ahora es doble: sostener el armado propio dentro del MDF y conservar su capacidad de incidir en las decisiones clave, especialmente en la negociación de las listas electorales de este año.

Desde el entorno del mandatario advierten que el verdadero obstáculo de La Cámpora no es la oposición, sino el crecimiento del MDF. “Nunca terminaron de aceptar que el liderazgo emergente del espacio es Kicillof”, señaló un intendente cercano al gobernador.

En tanto, desde el ala camporista surgen cuestionamientos sutiles. “¿Queremos ganar la elección o decidir quién elige a los candidatos?”, lanzó recientemente un legislador cercano a Máximo Kirchner, dejando en evidencia las tensiones subyacentes. La diferencia es clara: mientras La Cámpora busca mantener su influencia sobre el armado electoral, el kicillofismo exige ser parte activa de las decisiones.

Los intentos de acercamiento no prosperaron. Ni las reuniones entre Máximo y Kicillof, ni las conversaciones entre segundas líneas lograron destrabar las diferencias. Incluso, desde el equipo del gobernador deslizaron que sería necesario cambiar de interlocutores para avanzar en la negociación.

Con la reactivación de las conversaciones prevista para la próxima semana, todos los sectores del peronismo saben que ya no alcanza con la mística de CFK ni con los discursos sobre persecución judicial. Las decisiones electorales no pueden depender solo de la situación procesal de la ex presidenta. Hay intereses políticos, territoriales y de futuro que empujan hacia un acuerdo más amplio.

Kicillof, que tiene aspiraciones presidenciales para 2027, sabe que el tiempo de construir poder es ahora. No alcanza con resistir: deberá reafirmar su liderazgo dentro del peronismo bonaerense y, si es necesario, confrontar con sus propios aliados.