La tensión en Medio Oriente continúa en aumento tras una nueva ofensiva con misiles balísticos lanzados por Irán contra Israel, en respuesta a la operación “León Naciente” llevada a cabo por las Fuerzas de Defensa israelíes el pasado viernes. Desde el inicio de las hostilidades, al menos 243 personas murieron, con 220 víctimas fatales en Irán y 23 en Israel.
En las últimas horas, los bombardeos iraníes impactaron edificios residenciales en territorio israelí, provocando daños materiales significativos y dejando un saldo preliminar de 12 heridos, entre ellos un niño de 10 años que permanece hospitalizado en grave estado. Las autoridades israelíes mantienen un alto nivel de alerta ante posibles nuevos ataques y continúan con las tareas de rescate en las zonas afectadas.
El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, advirtió a Teherán que “pronto pagarán el precio” de estos ataques, mientras que desde el Parlamento iraní se anticipó que ya se trabaja en un proyecto de ley para abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Pese a esto, el vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Esmaeil Baghaei, aseguró que su país “sigue oponiéndose al desarrollo de armas de destrucción masiva”.
Desde Estados Unidos, el presidente Donald Trump lanzó una advertencia directa a Irán, advirtiendo sobre una posible respuesta militar “nunca antes vista” si los ataques alcanzan objetivos estadounidenses en la región. No obstante, expresó que “israelíes e iraníes pueden llegar a un acuerdo fácilmente”, dejando una puerta abierta a la diplomacia.
Por su parte, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó que la planta nuclear iraní de Natanz —objetivo de uno de los primeros bombardeos israelíes— presenta contaminación radiológica y química, aunque sin daños en las salas subterráneas de centrifugado. El director general del organismo, Rafael Grossi, explicó que la infraestructura eléctrica fue completamente destruida, lo que podría haber afectado equipos sensibles de enriquecimiento de uranio.