Decíamos hace unos meses que parece que se van a revelar los informes del crimen de John Kennedy y los archivos secretos de El Vaticano antes de que el Gobierno de Catamarca se digne a informar cuánto gasta en publicidad y pautas oficiales, un misterio guardado bajo siete llaves que nadie revela por nada del mundo.
Pasaron ministros, secretarios, subsecretarios, directores, pero no hay nadie capaz de poner en blanco sobre negro los pagos que realiza el Gobierno de Raúl Jalil con su cajita feliz para medios y periodistas amigos, consultoras, publicistas y otras yerbas.
Ninguno de los responsables del área en estos cinco años de gobierno fue capaz de decir: “Esto es lo que pagamos, estos son los que cobran, estos son los medios y periodistas que facturan”.
Todo se hace entre gallos y medianoche, todo es secreto, todo oculto. Millones y millones que desaparecen del erario público sin que nadie jamás rinda cuentas. No aparece un pago en el Boletín Oficial, no se publica nada. Y es raro, ¿no? Porque si estuvieran limpios (los que pagan y los que cobran), ¿qué necesidad tendrían de esconder tanto?
Pero no hay manera. Llevamos años preguntando y nadie responde.
El detalle a tener en cuenta es que no brindar esa información es un delito: tienen la obligación de hacerlo, pero no lo hacen y no les importa. Sienten que son impunes, intocables, los amos del universo. Y sí, en gran parte lo son: manejan el gobierno, la legislatura, el Tribunal de Cuentas, la Justicia… ¡y los medios! ¿quién los va a tocar?
Hace un tiempo desembarcó como ministro de Gobierno Fernando Ávila, con todos los títulos académicos del mundo, menos el Balón de Oro tenía todos los pergaminos. Modosito, teórico, refinado, el “distinto” del equipo, que dicta clases de ética en todos lados.
Él prometía actuar diferente. Cumplir con la ley digamos. Porque se la pasa estudiando y enseñando supuestamente. Se comprometió.
Le hicimos la misma consulta, formalmente, por escrito, como quería él, como se debe.
¿Y qué hizo? Lo mismo que todos. Fue postergando, postergando, postergando y no contestó absolutamente nada. No cumplió con la ley, y se vuelve lo más panchín a Canadá, a cobrar en dólares, dejando el ministerio de Gobierno (responsable de Prensa) y de yapa manoteando otro carguito a la distancia porque cada uno sigue su proyecto de vida, pero si puede seguir mamando de la teta del Estado mejor todavía.
Buena suerte Fernando, hiciste lo mismo que todos. Seguí dando cátedra nomás. Sólo recordá que cuando te tocó cortar el bacalao a vos, miraste para otro lado como todos los demás. Después, de la boca para fuera somos todos idealistas. Suerte en Canadá.
El Catucho