Gerardo Zamora, el gobernador de Santiago del Estero, quiere que los estatales de su provincia pasen un buen fin de año, y les obsequió a todos un bono extra. ¿De cuánto? ¿Cien mil, doscientos mil? No señor: 1.300.000 pesos para cada uno. Un palo trescientos, tomá pa vo. Y eso que no anda chupándole las medias a Milei todo el día ni regalándole votos en el Congreso.
Acá en Catamarca, con más de la mitad de la población hundida en la pobreza, el llanto eterno es que nunca hay plata. Como será que en el Senado pidieron un bonito de 250.000 y ni les contestaron. Allá, un millón trescientos. Y no hablamos de una provincia petrolera de la Patagonia, de Capital Federal ni de Suiza, no, son los santiagueños, vecinos nuestros, acá al lado, una provincia más del NOA.
Jalil dice que hay que pensar en la gente, pero parece que la gente para él son sus ministros y funcionarios, los únicos que ganan bien y se reparten la torta. Para la “negrada” pan y agua. Unos viajan por Europa, otros no llegan a Chumbicha.
Lo de Zamora es espectacular: el calendario de pago estipula dos cuotas de 500.000 pesos: la primera la cobraron hoy 5 de noviembre y la segunda el 6 de diciembre. Mientras que el último pago será de 300.000 pesos y se depositará el próximo 3 de enero.
Además, se siguen pagando los sueldos al día, y anticipadamente, el 20 de diciembre, se abonará el aguinaldo. Y no es todo… ya acordaron para febrero “una reunión especial a los fines de fijar la nueva pauta salarial, la que tendrá lugar a partir del sueldo de ese mismo mes”.
Sin el verso de la minería ni del litio, sin chinos, australianos, norteamericanos. Administrando para la gente, el caos de Santiago del Estero marca la diferencia entre gobernar para el pueblo, repartir para el pueblo, y lo que se hace acá, con funcionarios-empresarios mamando de la teta del Estado hasta reventar, mientras cada vez hay más pobres.
Plata hay. Hay mucha. Algunos aceptan repartir, otros no. Esa es la diferencia. Catamarca tiene un gobierno rico y un pueblo pobre.