El tristemente célebre avioncito Lear Jet 75 que compró Raúl Jalil casi como un capricho personal y sin darle mucha bola a los procedimientos administrativos, va a cumplir un mes en Estados Unidos, supuestamente para un service, con lo va superando su propia marca y es ya el peor negocio que ha hecho la provincia en décadas.
Catamarca ha tirado a la basura millones de dólares en este avión, que sigue comiendo billetes y generando gastos a toda hora, aunque se ponga la excusa de que mandaron a pilotos a capacitarse, pilotos que dicho sea de paso también siguen generando gastos con sus viáticos.
El avión llegó en septiembre de 2021 a Catamarca, con una enorme demora, y presentó problemas desde el comienzo. El Gobierno de Catamarca, de la noche a la mañana, de manera inconsulta y por medio de una cuestionadísima “compra directa”, gastó 9 millones de dólares en un avión que reclamaba con urgencia… bueno, nadie. Lo compraron porque sí, porque es un ofertón.
Se podía comprar un avión por menos de la mitad, pero no, compraron ése. Podrían haber llamado a una licitación, una compra transparente, pero no. Se hizo lo que se hizo con el ministro Sebastián Véliz, y agarrate Catalina cuando ese papelerío llegue al Tribunal de Cuentas, porque ahí sí que van a tener que dar explicaciones. Bah, no, ahora en el Tribunal de Cuentas está el exministro Sebastián Véliz. No pasa nada.
Y todo fue pérdida desde ese momento, como que en el Boletín Oficial 47 del 11 de junio de 2021, se autorizó un gastito más de unos 160.000 dólares (sí, son millones y millones de pesos), sólo para ir a buscarlo. Y llegó varios meses después.
Un detalle más: Bombardier, la empresa que hacía los Learjet, decidió encarar una transición de fabricante de aviones y trenes a un fabricante exclusivo de aviones comerciales, ya que buscaba despedir a 1.600 trabajadores de su personal. La mayoría del personal en la mira, unos 800 trabajadores, y los Learjet se dejaron de fabricar.
Impulsada por las consecuencias de la pandemia de COVID-19 y su efecto en la industria aeroespacial, la medida se produjo cuando la empresa buscaba generar 400 millones de dólares en ahorros.
Pre-pandemia, Bombardier ya había anticipado alcanzar el punto de equilibrio y cerró la producción de Learjet, el que compró Catamarca, para dedicarse a modelos de jet de negocios Challenger y Global más rentables.
Bill Lear fundó la compañía a principios de los años sesenta, con intención de construir un reactor ejecutivo a partir de un diseño experimental denominado MARVEL, que no es algo de superhéroes, sino que viene de la sigla de Mississippi Aerophysics Research Vehicle with Extended Latitude.
Learjet cambió varias veces de manos, al tiempo que desarrollaba nuevos modelos, hasta que en 1990 fue adquirida por Bombardier.
Ahora, coincidiendo con la presentación de los resultados anuales de Bombardier, se ha anunciado el cierre de la marca a finales de 2021 una vez se entreguen los aviones pendientes de esto.
Cuando estaba “liquidando stock”, apareció Catamarca y se quedó con este clavo.
Dicen que igual fueron pilotos a hacer un curso para el Metro III, un avión que no anda y para el que ya se habían cumplido los cursos. Pero para qué ahorrar si no pagan de su bolsillo… seguimos gastando.
A Catamarca le salía más barato seguir con la flota que tenía o de última alquilar un avión, como el de Luis Barrionuevo, que va y viene sin problemas y sin tanta historia.
Pero los años pasan y… ¿alguien hizo el cálculo de cuántos millones de dólares lleva gastados Catamarca en el avioncito de Jalil?
Imposible saberlo, es uno de los secretos de esta gestión que se pasa el acceso a la información pública por donde quiere y no revela nada.
Lo único claro es que con los grandes gastos oficiales en influencers, avión y publicidad en medios nacionales, se comen fortunas de dinero público sin que nadie informe. Con ese dinero todos viviríamos mejor, y tendríamos más escuelas, hospitales, etc.
Pero en el poder las prioridades son otras.
El catucho