El horrible crimen de Morena Domínguez pasó en Buenos Aires, pero desnuda la realidad de un país. No hace falta ir hasta allá: Catamarca padece arrebatos igualmente violentos, y periódicamente alguna víctima (principalmente mujeres) es hospitalizada por el accionar delictivo de violentos y cobardes agresores.
Morena, en su inocencia, vino a mostrar que es imposible tapar el sol con la mano, y que por muchos spots publicitarios que se paguen, con gobernantes sonrientes y tiernos, hay una oscura realidad que está por encima de todo, una realidad que no saben o no pueden cambiar. Una realidad de descontrol, de inflación, de dólar a 600 pesos, una realidad de violencia e inseguridad, una realidad que sufren los catamarqueños y argentinos todos los días, porque viven en un mundo muy diferente al que presentan los publicitas mandados a cazar votos.
Hoy deberían cerrarse las campañas electorales, y ningún precandidato a presidente lo hará porque no puede. Porque es tan grave lo que pasó y lo que pasa, que ni ellos se animan a mostrarse en público.
Estamos tan mal que no aparecer es la mejor opción de campaña para los que quieren ocupar el sillón de Rivadavia.
Un golpe letal para el relato del Gobierno, un baño de realidad entre tanto discurso de celebración.
Llega el momento de la reflexión y la decisión. Cada uno sabrá qué país quiere. Lo único claro es que el país que tenemos hoy no puede ser la elección de nadie.
Que Argentina esté prácticamente de duelo, porque ladrones mataron a una nena que iba rumbo a la escuela, es una cruda descripción de lo que han hecho y de lo que no han hecho quienes nos gobiernan.