El senador Oscar Castillo está en una cuenta regresiva. El tiempo pasa rápido y ya está transcurriendo el último de los seis años del mandato como senador que consiguió en 2015. Según el calendario administrativo, el 09/12/2021 finalizaría su periodo como congresista y al día siguiente ya sería un ciudadano de a pie. Pero poco adepto a la idea de volver al llano y sumarse a las masas de civiles, Castillo ya trabaja en rebuscársela para su re re reelección. En un contexto político adverso para la oposición en general, y con la UCR debilitada en su sociedad con el macrismo, parece tarea ardua quedarse con la candidatura que le asegure la permanencia en esa banca con la que tanto se encariñó.
Hábil gestor de sus intereses, Castillo siempre fue efectivo en cuidar su quinta y cosechar una cómoda poltrona en la que acomodarse. No por nada hace 36 años, casi ininterrumpidos, que ejerce cargos electivos. Desde 1985 a 1989, legislador provincial. Desde 1989 hasta 1997, dos períodos consecutivos de Diputado Nacional. Luego de una pausita de dos años sin ejercer cargos electivos, en 1999 fue electo gobernador de Catamarca. Y al finalizar su mandato en 2003, pasó directamente al Congreso de la Nación como senador, donde ya transita su tercer periodo consecutivo.
Pero esta vuelta las cosas parecen estar más complicadas. Las proyecciones a partir de la escuálida performance electoral de la alianza JxC en 2019 indican que no hay muchas candidaturas expectantes para repartir entre los aspirantes. Y para peor, la UCR dejó de ser el partido dominante de la oposición, por lo que las negociaciones con el Pro van a ser duras.
En las Legislativas 2021, Catamarca renovará sus tres bancas en el Senado de la Nación. Por lo que una evaluación realista marca que, en la oposición, solo quien encabece esa lista tendrá alguna chance (a partir de la aplicación del sistema de distribución proporcional de las bancas) de acceder a un escaño. Los otros dos candidatos, serán pura formalidad.
No hay tres sin cuatro, aseguran que el re reelecto senador ya trabaja desde hace unos meses en su continuidad. Aunque el inexperto podría pensar que todavía falta mucho, un viejo zorro de lo político sabe bien que el tiempo en épocas electorales se va volando y nunca sobra ser previsor y arrancar temprano. Después de todo, de continuar el cronograma tal cual está, en agosto podría haber internas. Y unos meses antes se deberían presentar las listas. Con lo que los tiempos para asegurar el lazo con el que ata la vaca es corto.
Y en eso andaba el eterno legislador, haciendo ya sus clásicas apariciones públicas preelectorales, opinando sobre esto y aquello de la realidad política y social provincial (que en épocas no electorales poco le importan), con apariciones mediáticas para recordarle a la sociedad (y sobre todo al mundillo político) que existe y por ende todavía tiene ambiciones. Con tanta suerte (o buena gestión) que se le presentó una oportunidad única.
Resulta que “justo” cuando andaba buscando protagonismo para recordarles a sus correligionarios y amigos macristas su estirpe de dirigente (y luego exigir la candidatura) apareció el gobernador Jalil y lo erigió en interlocutor de la oposición de las discusiones y debates de la agenda política del gobierno. A pedir de boca.
Según información extraoficial (pero confirmada) el mandatario provincial tuvo una reunión con el senador nacional (la segunda en algunos meses) para pedirle que dinamice el debate (y en lo posible gestione el acompañamiento) de la UCR y JxC de varios proyectos centrales para el Gobierno: reforma del Estado, reforma constitucional, cuestión minera y, por supuesto, la suspensión de las PASO.
Aunque a algunos parezca demasiado perfecto como para ser casualidad, lo cierto es que Castillo andaba buscando desempolvar su traje de dirigente y armador y el Gobierno le dio una mano enorme. Cumpliendo su rol de interlocutor, intermediario y representante de la oposición, el ex mandatario habló con la diputada provincial Marita Colombo, y esta con los legisladores de su bloque, y la maquinola empezó a funcionar.
Pensar que el adicto a la reelección dejará pasar esta oportunidad para construir su próxima candidatura es como creer que el más implacable de los delanteros erraría un gol con la pelota picando debajo del arco. Con el oportuno protagonismo, probablemente sin primarias, Castillo se frota las manos y se prepara para dar el bocado. Se la dejaron servida en bandeja.