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Para que la minería sea una buena noticia

Que la provincia esté en el radar de capitales mineros internacionales no es “per se” una buena noticia. Es más bien, una noticia a secas. El Gobierno publicitó con gran júbilo que Catamarca ocupa el tercer lugar en el ranking de los mejores lugares para la inversión minera en el mundo, según el reporte anual elaborado por el Instituto canadiense Fraser. Sin embargo, para que ese interés se convierta en una buena nueva para Catamarca, hay un larguísimo trecho. Podrá ser un buen punto de partida, desde el que proyectar el futuro de la minería. Pero hoy, es apenas un horizonte promisorio. Y, a pesar de su optimismo sobreactuado, el Gobierno lo sabe.

La experiencia de la provincia con la minería es elocuente. Son muchísimas las condiciones que se tiene que cumplir para que la actividad sea positiva en el nivel económico y social. Y el mero interés de algún capital o institución minera, por más importante o respetable que sea, es apenas el inicio.

El mencionado ranking se elaboró a partir de una encuesta a 2.200 referentes de compañías mineras y de exploración, entre el 6 de agosto al 6 de noviembre de 2020 y proporcionó datos de 77 jurisdicciones de todo el mundo. Los resultados miden el Índice de Atractivo para la Inversión (IAI), Índice de Percepción de Políticas (IPP) e Índice de Potencial Mineral (IPM). En este sentido, Catamarca se ubicó en el tercer lugar del IAI, octava posición en la región Latinoamérica y 44 (de 77) en el ranking mundial”.

Indiscutiblemente, tener recursos naturales y yacimientos minerales es una condición “sine qua non” para la actividad. Luego, es necesario el interés de las empresas mineras de invertir en la provincia. Pero esto tampoco es garantía de que un proyecto minero prospere. 

La experiencia del proyecto Agua Rica, hace años trabada en la burocracia, la especulación política y la resistencia social, es un claro ejemplo de esto. El yacimiento (que tiene la capacidad para triplicar la producción de Bajo La Alumbrera) está; las empresas privadas dicen tener la intención de avanzar; la Provincia ya hasta cobró adelantos por el uso de las instalaciones de YMAD. Y, sin embargo, todo sigue en veremos.

Aun si se dieran todas las condiciones políticas, legales, económicas y empresariales para que un yacimiento finalmente sea explotado, la actividad minera puede quedar lejos de ser una buena noticia. Hablando ahora desde el punto de vista socioeconómico.

Otra vez, apelando a la experiencia de Catamarca en la minería, el historial de la (ya extinta) explotación de Bajo de la Alumbrera demuestra que hasta un megaproyecto, con cifras de producción y facturación exorbitantes, puede ser traumático y negativo para la provincia. 

El impacto económico de 20 años de actividad de minera Alumbrera se redujo a regalías que en gran porcentaje se esfumaron, utilidades que nunca se invirtieron en proyectos productivos supletorios de los recursos no renovables que se fueron y algunas obras financiadas por la empresa que no superan el nivel de dádivas. 

Las miles de toneladas de minerales extraídas de la provincia, vendidas por miles de millones de dólares nunca lograron el impacto económico esperado (y prometido) en la provincia, ni en las comunidades circundantes en el proyecto. La creación de puestos de trabajo, la dinamización de la economía por la creación de redes de proveedores, o el impulso de la obra pública por la inversión de los recursos mineros, nunca superó los puros amagues, proyectos y promesas, dejando en la sociedad una mezcla de decepción y bronca.

De la mano de ese malestar, sumado a legítimas preocupaciones por el impacto ambiental de la actividad, llegó la resistencia social a la megaminería. Los conflictos socio-ambientales fueron otra amarga vivencia que dejó en claro el consenso social es una condición sin la cual la minería difícilmente sea viable. Los graves episodios de violencia, represión y división social que se vivieron en Belén, Tinogasta y Andalgalá obligaron al Gobierno a establecer la Licencia Social como un requisito ineludible para la habilitación de nuevos emprendimientos.

La incapacidad de los sucesivos gobiernos para montar una estructura de manufactura y procesos de valor agregado a partir de los minerales extraídos fue otra de las razones del fracaso de la experiencia de Catamarca con la minería. Durante años, día tras día, miles de toneladas de minerales se fueron de la provincia por un ducto, para ser embarcadas y transformarse en materia prima de refinerías y fábricas fuera del país. Una pérdida de chance insostenible que no se puede repetir. A la extracción de recursos naturales hay que complementarla con procesos industriales de producción. De otra manera, la minería seguirá lejos de status de “buena noticia”.

La nueva etapa de la minería en la provincia que se abre con la explotación del litio en los salares de la Puna, parece dar una oportunidad para subsanar los crasos errores cometidos hasta ahora. Y, en algunos aspectos se notan sutiles evoluciones hacia una minería de real impacto social y económico para la provincia. 

La creación de un fideicomiso para obras en las comunidades aledañas a los proyectos, los procesos de negociación para la instalación de factorías para darle valor agregado a los minerales o las reuniones con las comunidades aledañas a los emprendimientos para consensuar las obras en las que invertir los recursos, son algunos signos de una mejoría en las políticas mineras. Indispensables para que la minería sea realmente una buena noticia.

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