jueves, marzo 28, 2024
23.2 C
San Fernando del Valle de Catamarca

Top 5 de la semana

Te puede interesar

Nepotismo y perpetuidad

Es fácil caer en el error de valorar un análisis según quién lo haga. O sentirse embelesado cuando dice algo quién goza de cierto reconocimiento o reputación. El diario La Nación publicó un artículo sobre Catamarca, la perpetuidad en el poder y el nepotismo (lo puede leer completo aquí). Y muchos quedaron obnubilados como si estuvieran frente a una gran revelación. Sin embargo, este y muchos otros medios provinciales hicieron en reiteradas oportunidades semblanzas similares. Y con más detalles aún. 

No es que la descripción que hace el histórico matutino porteño del ecosistema político provincial esté errado. Pero se queda en el trazo grueso, los contornos y los rasgos más evidentes, sin ahondar en todos los detalles de un sistema que, efectivamente, siempre tiende al nepotismo y la perpetuidad. 

El artículo aludido señala, en términos generales, al sistema político provincial como un círculo cerrado que distribuye el poder entre un puñado de familias. Detallando la consanguinidad que vincula a quienes ocuparon la gobernación de la provincia durante las últimas décadas. Pero, el efecto de ese nepotismo que se evidencia en la repetición de los apellidos va más allá de la primera autoridad, extendiéndose como una telaraña en varios niveles de parentesco y afinidad.

Si en los últimos 40 años Catamarca tuvo sólo siete gobernadores electos, y cinco de ellos pertenecían a dos familias, no es difícil imaginar el círculo de familiares y amigos con el que se copó los Estados, provincial y municipales. Que se fueron afincando en los cargos electivos y políticos, como una casta.

Cada “era”, por llamar de alguna manera a esos periodos donde el poder provincial estuvo en manos de un mismo círculo familiar, tuvo apellidos ilustres. Esos que garantizaban el acomodo en algún lugar, más o menos prominente, del Estado. Y que se repetían en todos los ministerios, secretarías, bloques legislativos y sucedáneos. 

Aunque el actual gobierno, desde este análisis, puede considerarse un nuevo período, en muchos aspectos es una continuidad de los ocho años de corpaccimos. Que, en algún grado, representó un regreso de los remanentes del saadismo que aún quedaban activos. Como el castillismo continuó durante el gobierno de Brizuela del Moral. Y cada etapa tuvo sus cognombres abrepuertas. Que por cuestiones de discreción y delicadeza mejor no enumerar, pero que cualquier catamarqueño conoce.  

Hijos, hermanos, nueras, yernos, primos, amigos… en estos modelos de administración del Estado y ejercicio del poder, la sangre y la afinidad son credenciales con más valor que los diplomas, certificaciones, saberes o cualificaciones profesionales. Apellido mata CV. Y estar vinculados a ese círculo nepótico fue y es garantía de un cargo, una banca, una candidatura.

“Lo primero es la familia” repetía Guillermo Francella cuando cerraba cada capítulo de la serie televisiva La familia Benvenuto, icónica telecomedia de principios de los noventa. Frase de cabecera del sistema político provincial, que cubre cuánto espacio puede con la parentela. Como ejercicio, queda a cargo del lector hacer el análisis y armar la lista con los apellidos que ocupan la mayoría de los despachos y rotan de un lado para el otro.

Familias enteras ocupando cargos en organismos provinciales, municipales, delegaciones de entidades nacionales, bancas en cámaras legislativas, empresas estatales, directorios de entidades bancarias y hasta cargos judiciales. 

La reelección indefinida fue incorporada en la constitución provincial en el año 1988. Y, aunque es un modelo anacrónico y totalmente reñido con los sistemas democráticos saludables, hay que señalar que, desde su vigencia, nunca fue usufructuada por ningún mandatario. El único que lo intentó fue Brizuela del Moral y fue limitado por el electorado. Mientras que Corpacci cumplió su palabra de no buscar un tercer periodo. Sin embargo, hay otra perpetuidad que, no por menos llamativa, deja de ser escandalosa. 

Porque la reelección indefinida, mala palabra en el discurso políticamente correcto, contempla la reincidencia en el mismo cargo. Pero poco se habla de los enroques, rotaciones y saltos de los que viven en/de la política hace años. Oscar Castillo fue gobernador una sola vez, pero lleva casi 40 años ejerciendo cargos públicos y electivos. Brizuela  del Moral acumula tres décadas y Lucia Corpacci casi 20 años. Por mencionar solo algunos casos. 

Un repaso por las cámaras legislativas y los organigramas públicos arrojará resultados que a muchos pueden sorprender. Diputados, que antes fueron varias veces consecutivas senadores y viceversa. De un concejo deliberante a una cámara legislativa, a un ministerio, al Congreso de la Nación… Sin diferencias espacios políticos y coincidentes en sus vocación de nunca abandonar las poltronas del Estado.

Hablando de los beneficios que otorga ser familiar o amigos, también abundan en la provincia y los municipios, los ejemplos de los sub-40 que cursaron sus estudios superiores al cobijo de las becas y los “voladores” facilitados por sus tutores funcionarios. Y pasaron de la universidad derechito al Estado. Y ahí siguen, aceptando lo que les ofrezcan, siempre disfrutando de las mieles del nepotismo. 

Finalmente, y aunque escapa a la acepción estricta del término nepotismo, la designación frenética de magistrados, como certeramente señala el artículo de La Nación, sí se emparenta mucho con las ansias de acaparar el poder para perpetuar su control. 

En los últimos años, la Corte de Justicia incrementó sus miembros a más del doble por disposición de los gobernadores Corpacci y Jalil, que llevaron al máximo tribunal de tres miembros a cinco y luego a siete. De los actuales magistrados que conforman la Corte, tres fueron funcionarios del Poder Ejecutivo y pasaron directamente a ocupar una magistratura. Otros dos tienen vínculos familiares directos con funcionarios del gobierno. Y ahora, con la renuncia de la jueza Amelia Sesto, se abre una nueva vacante que, muy probablemente, será ocupada por algún funcionario/ familiar del círculo.

El diario vincula ese escenario de acumulación de poder con la postergación de la provincia, a la que define como con alto “potencial económico”, pero soportando “las consecuencias del subdesarrollo, intrínsecamente asociado a sus carencias institucionales”.

También lo relaciona con la dependencia de los recursos federales y la gigantesca proporción de empleados públicos: 107 cada 1000 habitantes, lo que equivale a más del doble del promedio nacional (51 cada 1000). 

Una gris realidad por la que, si el poder se concentró durante cuatro décadas en unas pocas familias, ese círculo debería rendir cuentas y dar explicaciones.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Más leidos