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Los tapa el agua

A los medios públicos de la provincia los tapa el agua. Literal y figurativamente. Catamarca Radio y Televisión Sociedad del Estado hace meses recorre un camino de decadencia que queda reflejado a la vista de todos en su paupérrima producción de contenidos. Senda similar a la que transita en lo financiero, inoperante con el objetivo de generar ingresos propios, y siempre dependiente de los recursos del Estado. Y en las últimas semanas, como un simbolismo de su estado decadente, el edificio de la televisión pública empezó a “hacer agua” (literalmente). 

Como por un tobogán, la calidad y cantidad de contenidos de los medios de comunicación de la provincia caen en velocidad y no parecen tener otro destino que tocar el fondo. Con un plantel de trabajadores diezmado por las medidas preventivas del coronavirus, y sin conducción ni organización, comentan que todo lo que se hace es pura improvisación y caos. 

Ante la notable mengua de la presencia en “la calle” y su incapacidad de cubrir o generar noticias, los noticieros de la TV pública se limitan a ser “curadores de contenidos”, forma moderna de nombrar a la práctica de tomar la información de otros medios y reutilizarla. Sin agenda propia ni incidencia para marcar tendencias en materia informativa, están al borde de transformarse en una repetidora de otros medios, chuschando información hasta de los diarios digitales y radios más emergentes de Catamarca.

Ser el “multimedios” del Estado, con las ventajas que podría significar, no disimula la abulia e incapacidad en la conducción periodística y organizacional. Mientras los principales funcionarios desfilan por los tres o cuatro medios más importantes de la provincia, dando primicias o debatiendo los temas de la agenda política y social, CRTV se conforma con ir a la cola de la información, refritando lo que la audiencia ya sabe porque lo escuchó o leyó en otras radios, diarios o webs.

Tibieza y lentitud informativa impuesta por la “gerencia de contenidos”, que además cercena la voluntad y empeño de los empleados con censuras, condicionamientos y amenazas. Vetando temas, prohibiendo invitados, limitando las preguntas, aveces en cuestiones intrascendentes y hasta ridículas. 

El amor propio y profesionalismo de los trabajadores, que a duras penas mantiene a flote la empresa comunicacional, chocan constantemente con las trabas, cuestionamientos y persecución de los “jefes”, que agotan al recurso humano (la última reserva de empuje de la institución) poniéndola al borde del hundimiento.

La ausencia total de planificación o proyectos se replica en lo financiero, otra fisura por la que entra agua a rolete. Catamarca Radio y Televisión pasó a depender del Ministerio de Ciencia e Innovación Tecnológica tras el insistente pedido de su titular, quien prometió una revolución en la gestión de la empresa, incluida la administración económica. Pero a casi un año de haberse apropiado de los medios públicos, la sociedad del Estado continúa igual de improductiva que siempre, sin generar ingresos y con sus finanzas dependiendo de los desembolsos corrientes y las partidas extraordinarias del Ejecutivo. 

Según consta en el Boletón Oficial, en el mes de agosto se hizo una transferencia de 18.988.685,68 de pesos “en concepto de Aporte Irrevocable de Capital” y dos meses después otro desembolso de 3.395.287,41 de pesos, esta vez para el pago de una “deuda contraída”. Sin estrategia de captación de anunciantes, sin ingreso, dependientes del Estado y encima reconociendo deudas millonarias.

Y como una alegoría del estado general de la empresa, que hace agua en todo aspecto, el edificio literalmente se inunda. En las últimas dos semanas, casi tres días completos Canal 7 suspendió su programación propia por la inundación de las instalaciones. Filtraciones, goteras y cataratas entrando por las paredes, pisos y ductos de las instalaciones ponían en riesgo a los empleados y los equipos, por lo que la única alternativa fue bajar la llave, apagar todo y esperar a que se seque. El “codiciado” edificio tras el que la ministra fue en su desembarco en CRTV para acomodar su oficinas (prometió que iban a ser solo dos o tres y se terminó adueñando de toda la planta alta) es un monumento al naufragio. 

Sin ideas, sin contenidos, sin ingresos y con el edificio que colapsa ante las lluvias, Catamarca Radio y Televisión es un barco a punto de hundirse. Con un capitán que abandona la conducción, con los oficiales que ni saben leer una brújula y los marineros cansados de remarla, el destino de los medios públicos provinciales parece estar más cerca del fondo que de un “buen puerto”. Porque de a poco, los va tapando el agua.

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