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Los condenados malos y los condenados buenos

Un intendente condenado por la justicia no puede ejercer el cargo y se tiene que ir, por más que técnicamente se le permita conservar el cargo hasta que la sentencia quede firme. Que siga ejerciendo el poder tras haber sido condenado es una burla a la sociedad, un mal ejemplo, una aberración sostenida por artimañas de abogados, una burla a la democracia, etc, etc…

Eso fue lo que sostuvo el diputado peronista Daniel Lavatelli al referirse a la situación del intendente de Puerta de Corral Quemado, Enrique Aybar, que fue condenado por la Justicia y sigue ejerciendo su cargo como si nada.

Compartimos totalmente lo que dijo Lavatelli, quien le dio forma de proyecto a su idea, aunque no fue acompañado mayoritariamente por los demás legisladores.

Aybar no puede seguir siendo intendente por sentido común, y el proyecto de Lavatelli debió haberse aprobado.

Es lo que dijimos y lo sostenemos, aunque un lector memorioso nos refrescó la memoria y expuso algo que en nada cambia la posición con respecto a Aybar, pero desnuda las dos caras de Lavatelli.

Porque este joven que ahora es diputado, antes fue Subsecretario de Asuntos Municipales, la autoridad con la que debían reunirse todos los intendentes que tuvieran algo que decirle, pedirle o reclamarle al gobierno provincial. Un cargo importante, como que fue el único subsecretario que juró en su momento junto con todos los ministros.

Pero en ese entonces parece que Lavatelli pensaba distinto porque, igual que hoy, había un intendente condenado por la Justicia, y en ese caso el ahora diputado no dijo ni mu.

El caso en cuestión, muy recordado, se presentó cuando el intendente de Recreo (La Paz), Daniel Polti, fue condenado por la muerte de una joven a la que le practicó un aborto clandestino.

A pesar de esa mochila, Polti fue por la reelección porque su condena no estaba firme, y el caso fue que ganó la elección y siguió como intendente, coincidiendo con la gestión de Lavatelli en Asuntos Municipales.

¿Le pareció entonces una aberración, un mal ejemplo, una burla a la democracia? Parece que no, porque Lavatelli no dijo nada ni reclamó el alejamiento de Polti. ¿Por qué era peronista como él? Vaya a saber.

Polti fue condenado en 2010, reelecto en 2011 y quedó con sentencia firme en 2013. Ningún problema. Se llevaba de diez con Lavatelli, y hasta se peleaban los dos juntos con el fallecido Coco Quintar.

Claro que hay algunas diferencias: Polti fue condenado por un homicidio culposo y no doloso, pero lo esencial es que también había sido condenado por la Justicia.

Así se ve que, como el enemigo de Batman en los comics, Lavatelli también tiene dos caras. Para él, aparentemente, hay condenados buenos y condenados malos, condenados que deben ser desplazados de inmediato y otros que pueden seguir como si nada pasara.

Una incoherencia más de este caso, tan alevosa como el cinismo de los radicales, que ahora dicen que Aybar se tiene que ir de la intendencia, olvidándose de que ellos escondieron su situación y lo apoyaron en la campaña.

¡Cuántas pastillas para la memoria hacen falta en Catamarca! Habrá que ver si los políticos quieren tomarlas, porque les va mejor haciéndose los distraídos.

El Catucho.

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