Como en las intrigas palaciegas, donde todo vale en el afán de conseguir poder, el senador Oscar Castillo desplegó en la interna radical su amplio repertorio de estratagemas y su habilidad para operar. Sin piedad ni contemplación, el legislador vitalicio accionó sus triquiñuelas contra los propios correligionarios buscando concretar la estrategia más segura para ganar una elección: suprimir al oponente y que no haya elección. Sin dilemas morales ni tapujos, digitó la estructura partidaria (tal vez el último espacio donde aún tenga capital político) y sacó de la cancha a su adversario en el proceso de renovación de autoridades de la UCR provincial.
Desde el inicio mismo del proceso, y con diferentes argumentos, el referente de la Línea Celeste intentó evitar la interna y controlar la renovación de autoridades. Tildando de inoportuna la elección en tiempos de pandemia o sugiriendo los infaltables acuerdos y lista de unidad, Castillo empezó su trabajo con maniobras sutiles. Pero cuando la CPR y otros espacios se plantaron firmes en su rechazo a las mesas chicas y exigieron la realización de la elección, el ex gobernador supo que iba a tener que apelar a jugadas más drásticas.
Una vez presentadas las listas y los candidatos, el eterno senador ya tuvo un panorama más claro para accionar contra la estructura de la alianza Renovación Radical. Alternando operetas y artillería pesada, trabajó para desbaratar la tropa del oponente y debilitarlo en la contienda electoral. Con presiones a los dirigentes y candidatos (sobre todo en el interior) y la impugnación de la candidatura de Roberto Gómez en la Capital desenterrando una vieja denuncia, preparó el terreno para el golpe de gracia. Ataque final que aplicó mediante su operación “Junta Electoral” que, digitada por el castillismo, no oficializó al sector de Flavio Fama, José Sosa y Ricardo Del Pino.
Confirmación fáctica de la veracidad del triste apotegma de que en política se respeta más el poder de hacer daño que el de construir, la interna partidaria que muchos soñaban como el inicio de la reconstrucción de la UCR catamarqueña sucumbió ante la embestida de un sector de dirigentes cegados en mantener su parcela. Con Castillo a la cabeza, y secundado por su camarilla de los que necesitan una banca como al oxígeno, el sector de Compromiso Radical no tuvo reparos en sacrificar la interna para asegurarse su objetivo. Que claramente no está en la elección partidaria de febrero.
La mirada de Castillo y los demás “proscriptores” (como los calificó el dirigente Ricardo Del Pino), está puesta en las elecciones legislativas, nacionales y provinciales, de octubre. Por lo que todas las jugarretas apuntan a asegurar lo que más los desvela: una banca en la que apoltronarse, relajados por la estabilidad que dan la dieta y los fueros. Por lo que, si se quitan los pruritos y los reparos morales de manipular un partido solo para asegurarse la reelección, la jugada del senador es perfecta.
Si se concreta la exclusión de la alianza opositora, el castillismo logrará su cometido de anular la compulsa interna y quedarse con el control del partido. Con ese poder, tendrá la “sartén por el mango” en las decisiones electorales que habrá que tomar en el proceso de las Legislativas 2021. Entre ellas, los mecanismos para elegir candidatos si se llegaran a suspender las PASO. De vital importancia para las aspiraciones de Oscar de extender por seis años más su residencia en el Congreso de la Nación. Sin olvidar que el referentes del otro sector mayoritario de la aliaza Compromiso Radical, el diputado Eduardo Brizuela del Moral, también concluye su mandato y no ve para allanarse el camino a otro período.
De paso, lejos de fomentar la cicatrización de las heridas y propiciar la reconstrucción del partido, las travesuras del senador y su séquito van concretando la división de la UCR provincial para que llegue a las elecciones fragmentada y débil como al peronismo y al Gobierno de la provincia le conviene. Una de las monedas de cambio que, aseguran, ofreció el senador en las cumbres secretas con el Gobernador.
Después de todo, con poquito les alcanza. Tendría que ocurrir una catástrofe para que el radicalismo no consiga aunque sea una banca en la elección que tanto desvela a Castillo. En octubre, Catamarca renovará la mitad de sus dos cámaras legislativas provinciales, tres bancas en la Cámara de Diputados de la Nación y tres bancas en el Senado. Con una cosecha de votos discreta y hasta mediocre, para los mejores acomodados será suficiente.
Habrá que esperar la decisión de la Justicia Federal ante la apelación de Renovación Radical, pero la maniobra de Castillo se parece mucho a un pleno del bowling, donde de un solo golpe voltea todos los pinos: proscribir la oposición en la interna radical, quedarse con el poder del partido, cortar el queso en el armado de listas, asegurarse la reelección y los espacios para los alfiles, romper el partido y pagar las deudas al peronismo. Para Maquiavelo, una jugada perfecta.