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¿Justicia en el reparto o electoralismo?

Alberto Fernández echó mano a los porcentajes de la coparticipación, y sin mucho trámite le sacó dinero a Capital Federal y se lo dio a Buenos Aires.

El argumento uno es que Mauricio Macri había ayudado demasiado a los porteños, y que con este ajuste en el reparto se hacía un poco de justicia.

El contra-argumento uno es que Fernández está cuidando el electorado más grande del país, con una visión partidaria que va preparando el terreno para las elecciones de 2021.

El argumento dos es que Macri ayudó a Horacio Rodríguez Larreta porque había dejado muchos huecos en su administración como jefe de Gobierno porteño, y qué mejor que recursos de Casa Rosada para emparchar el presupuesto de la gran ciudad portuaria.

El contra-argumento dos es que si Fernández veía una desigualdad en el reparto, podría haber hecho partícipes a otras provincias, y no meter todos los huevos en la misma canasta, es decir, la canasta de Axel Kicillof.

¿Qué hicieron mientras tanto los gobernadores directa o indirectamente perjudicados?

Bueno, Rodríguez Larreta, que no es gobernador pero se le parece bastante, va a ir a la Justicia, porque quiere que le devuelvan la plata o al menos protestar.

El cordobés Juan Schiaretti no dijo nada, porque él dice que es peronista pero a la hora de los bifes siempre se abraza con Macri, y Córdoba es más macrista que Juliana Awada, así que no se iba a hacer criticar por la gente que lo vota para defender a Fernández. Dejó que cada quien se arregle como pueda, porque le da el cuero.

Los peronistas más corporativos firmaron un documento que dice que todo bien, que aguante Fernández, y que reparta como quiera.

Es decir que Fernández, además de presidente, vino a vestirse de Robín Hood, que les sacaba a los ricos para darles a los pobres.

En resumen Fernández y Macri hicieron lo mismo, que es darle más plata a sus amigos políticos: Macri a Rodríguez Larreta, Fernández a Kicillof. Nada nuevo bajo el sol.

Cuando se armaron los cálculos de esta coparticipación, allá por 1994, cuando se reformó la Constitución, se ordenaba que se definieran los detalles en una Ley que debía aprobar el congreso, a más tardar en 1995.

Pero pasó 1995, y también el 96, 97, 98, 99 y terminó el siglo XX sin novedades. Y este sigloXXI, que ya se comió dos décadas, sigue sin novedades. Por eso los presidentes siguen haciendo lo que quieren con la coparticipación, y reparten los caramelos como se les da la gana.

Eso pasa porque los ilustres héroes del Congreso en más de un cuarto de siglo no tuvieron tiempo de hacer la ley que termine con estos usos y abusos.

La plata de Nación fue, es y será una herramienta político-partidaria del poder de turno.

EL Catucho

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