“Creeme que me cortaron las piernas”, lloraba el Diego ante las cámaras, cuando dio positivo en un doping y no lo dejaron jugar más.

Lo mismo le pasó al pomanisto Francisco Gordillo, a quien ahora no lo van a dejar firmar más decretos de nombramientos. Le cortaron las lapiceras, una pena, porque le habría dado positivo un carnaval de cargos truchos.

A Gordillo lo defendieron más o menos como Julio Grondona lo defendió a Diegote: entregaron su cabeza y a otra cosa mariposa.

Primero suspendieron los pagos a sus nombramientos, después le dijeron que no firme más decretos de designación, y ahora avisaron que le van a pasar esa facultad a Planificación, donde está Susana Peralta, que parece que es más ordenada, o más confiable que Gordillo.

Lo que se dice mala suerte para el pobre Francisco, que cada vez que sale de Pomán viene acá y lo agarran para el cachetazo.

Cuando fue ministro de Gobierno le hicieron lo mismo, pim, pam, pum, lo tenían a coscacho limpio de todos lados, lo vincularon con causas narcos por una camioneta que llevaba droga que era suya, o había sido suya, porque tenía un boliche, porque no le hacían caso… hasta lo interpelaron en la Legislatura, y se tuvo que ir.

Después anduvo por Desarrollo Social, como para no hacerle tan fea la salida de Gobierno, y fue ministro por un ratito más hasta que volvió a Pomán.

Allá también le pegaron, porque compró una empresa fundida entre otras cosas, pero igual en Pomán siempre gana. Se presenta a elecciones y la gente lo vota. En Pomán es amo y señor, hace mil años que viene ganando.

El problema es cuando quiere venir a la Capital. Ahora aceptó otra vez un ministerio y la historia se repite: le pegan duro de todos lados, los gremios, los legisladores, todos. Y bueno, él tampoco ayuda mucho con las cosas que hace.

Son las desventuras de un “puma” en la ciudad. Rey en su hábitat, solo y castigado en la jungla de cemento.

Ahora la pregunta es… si no te dejan ni firmar decretos, ¿para qué seguir siendo ministro? ¿Será una forma elegante de avisarle que ya empezó la cuenta regresiva? 

La Visión del Catucho