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Femicidio de Úrsula: los celulares revelaron la trampa que Martínez le tendió para matarla

El 8 de febrero por la noche, cerca de las 20:30, Úrsula Bahillo fue asesinada a puñaladas en la ciudad bonaerense de Rojas por su ex pareja, el oficial Matías Martínez, parte de la Policía Bonaerense bajo carpeta psiquiátrica a pedido suyo en ese entonces.

“Me mandé una macana”, dijo Martínez tras llamar a un tío materno desde la escena del crimen. Ese tío materno alertó a un amigo, ex policía. En el medio, se realizó una llamada al 911 que daba cuenta del crimen.

Así, Martínez fue capturado a un kilómetro del cuerpo. Al día siguiente, la ciudad de Rojas explotó: las piedras y los insultos fueron contra la comisaría de la zona y la casa del juez de paz, un móvil fue incendiado, la Bonaerense fue luego investigada por reprimir con balas de goma a mujeres jóvenes que pedían un freno a la violencia. Una recibió de ellas recibió un disparo a centímetros de uno de sus ojos.

La indignación se explicaba a sí misma: Úrsula y su madre habían denunciado en varias ocasiones a Martínez, sin recibir protección efectiva, siquiera un botón antipánico. No había uno, dijeron las autoridades un día antes de su muerte. El sistema había dejado que maten a una víctima, a una adolescente de 18 años, a manos de un policía denunciado por violencia de género por varias víctimas, por abusar de una niña discapacitada en otra jurisdicción.

Hoy, a menos de tres semanas, la causa para esclarecer avanza en manos del fiscal Sergio Terrón: con Martínez preso en una celda de aislamiento en la Unidad N°49 del Servicio Penitenciario Bonaerense, Terrón trabaja con nuevas pericias para definir su pedido de prisión preventiva y su posterior elevación a juicio, con pericias a hisopados y muestras hemáticas para cerrar la causa en menos de un mes según sus cálculos. La prórroga para el pedido de prisión preventiva fue pedido: se espera que Martínez se someta a un examen mental, según confirmaron fuentes del caso.

Las aperturas a los teléfonos, autorizadas por la jueza de Garantías del caso, revelaron que Úrsula y su asesino que llevaba oculto un cuchillo de carnicero habían acordado verse por chat, que fue un encuentro concertado.

Le había ofrecido charlar para “aclarar las cosas” y hablar sobre las notificaciones que recibió el asesino sobre las denuncias en su contra, particularmente la de esa mañana, por la que fue notificado.

De acuerdo a estas conversaciones, Úrsula fue a la cita “confiada”, asegura una fuente de peso, hacia un femicidio que sería cometido, calcula el fiscal Terrón, con alevosía y premeditación.

Testigos y cámaras ubican a la joven poco después de las 17 horas del 8 de febrero, menos de tres horas antes del crimen, saliendo de un kiosco. Terrón determinó que Martínez llevó él mismo a Úrsula a la escena del crimen en su Peugeot, vestido con un short y remera. La pasó a buscar, aseguran fuentes de la causa, por las inmediaciones de un conocido local de electrodomésticos en la esquina de Alsina y 25 de Mayo, pleno centro de Rojas. Allí, Úrsula es vista con vida por última vez. Sin embargo, no existen cámaras que muestren cómo Úrsula subió al Peugeot.

Qué pasa en ese período, desde la esquina hasta la muerte, se desconoce. Se cree que el lugar del crimen es precisamente el paraje en Cuartel V. En el auto se encontraron las notificaciones que le hicieron a Martínez como imputado y a Úrsula como victima.

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