El Oscar para Oscar

And the winner is… ¡Oscar Castillo!

El actor catamarqueño Oscar Castillo recibió el codiciado premio de la Academia de Hollywood por su espectacular actuación en la película “Me sacaron la Corte de Justicia”.

En el filme, plagado de drama y suspenso, Oscar interpreta a un demócrata preocupado por defender los derechos de los ciudadanos, que reacciona con coraje y valentía cuando sospecha que la peor pesadilla puede hacerse realidad, y que una banda malévola quiere mezclar la política con la sagrada administración de Justicia.

“¡Jamás lo permitiré! ¡Eso sólo lo puede hacer mi partido en nombre de la paz social!”, grita Oscar en un logrado primer plano, y sale a las calles a luchar, con un viejo logo del Frente Cívico pintado en el barbijo.

Allí Oscar Castillo se viste de legislador comprometido con su tierra natal, y se inspira en sus superpoderes democráticos contemplando una foto de Arnoldo estrechando la mano de Jorge Videla. La nostalgia lo ataca al ver la imagen familiar en tiempos de la dictadura: “Pensar que ahí nos dábamos la mano, ahora hay que chocarse los codos nomás”, se enternece.

En ese momento se acuerda del coronavirus, y llama a sus legisladores para que no bajen a sesionar.

– ¡Silencio, silencio! Mis antenitas de vinil están detectando la presencia del enemigo… ¡el coronavirus está en el recinto, no bajen a sesionar, no bajen a sesionar!; les dice por teléfono a los diputados, en un logrado homenaje al Chapulín que no se pone Colorado.

Entonces sesionan los peronchos solos, tienen dos tercios, quórum, sándwiches, tienen de todo, y las leyes salen una atrás de otra como cachetada de loco: no hay más Consejo de la Magistratura, la Corte pasa a tener siete miembros, todo se derrumba en el reino de Pepe Cáceres.

Desesperado, Oscar, se junta con los Avengers de la Liga de la Justicia: están todos, los que hicieron el estadio, los que trajeron la energía eólica, los que entregaron la minería, Giné, Acuña, Diamante, Víctor Brandán, Torres de Mansilla, Catalina Krapp, los que entregaron el IPPS, viejos gerentes de los bancos Feigin y Extrader, los del affaire de Educación, los que proscribieron a Barrionuevo, los que se hicieron ricos con el caso Morales, los jubilados de pantalones cortos, los ministros cordobeses, los que hicieron el puente de El Rodeo, el Gallo Jalile, Enrique Aibar. Oscar dice su discurso motivador:

“¡Amigos, esta Justicia nos salvó a todos, ahora es momento de defenderlos!”, y ahí nomás escriben un documento denunciando los atropellos del gobierno a la constitución.

Entonces hay que firmar el documento y Oscar pide firmar primero, todavía sentado en su caballo de caudillo norteño. En realidad es un caballo del Hipódromo de Palermo, pero como no hay carreras se lo prestaron para la película.

Y bueno, ahí parece que termina la película. Con Oscar como abanderado de la lucha.

El giro dramático de la trama, y reíte de “Sexto Sentido”, es que al final se revela que cuando se hacía todo el circo en la Legislatura, Oscar estaba en su casa… ¡reunido con el Gobernador!

Entonces se descubre que su lucha heroica era toda un engaño, y que había entregado a todos atados en paquete y con moño, para beneficiarse él.

Pero un héroe nunca se rinde, y cuando descubren que estaba con el Gobernador, Oscar cambia los ojitos como el gato con Botas, y jura que no sabía para qué había ido a su casa. Un grande entre los grandes.

Peliculón. El Oscar para Oscar, merecido premio.  Para vos Darín, ¿quién te conoce? Aprendé lo que es actuación.

El Catucho.